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Amor sobre miedo (muestra de la obra) - Cap 1- Cosmos y dimensiones

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Ant
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Si puede dar una opinión del capítulo además de leerlo, se agradecería mucho.

Un día muy agitado, una investigación por el asesinato de dos personas. No se encontraron huellas aún del posible criminal.

Alrededor de las calles Nashina y Rekimen se encontraba la universidad privada y principal de la ciudad de Starming.

Tenía tres pisos, ocupaba gran área y poseía intersecciones de varias carreteras.

Por ahí circulaban montones de autobuses públicos.

El edificio era de concreto, se veían varias ventanas por la entrada y costados.

Detrás tenía una cafetería propia donde había varias calles y callejones.

Policías pasaron por la propiedad, las investigaciones tenían que hacerse obligatoriamente en el edificio ya que el profesor Dedkins trabajaba ahí.

Se le había encontrado tirado en la calle con el cuello destrozado, órganos faltantes, principalmente los pulmones y muchas rasgaduras que no se podían identificar.

Preguntaron por varios estudiantes, luego los interrogaron.

No informaron sobre la muerte a los alumnos, además, las preguntas eran precavidas.

Poco a poco terminaban las interrogaciones. Un joven de cabellos largos, desaliñados y de ojos verdes llegó. Tenía veintiuno, parecía concentrado en algo.

Las preguntas le llegaban, no respondía.En algunas ocasiones le pedían que mirase al frente.

Querían acabar rápido, no obtuvieron nada de información en todo el día.

—Última pregunta, señor Milen. —Observó los papeles que tenía al frente—. ¿Sabe de alguien capaz de haber cometido este crimen?

La pregunta llegó a los oídos del joven, quien tenía en mente una ecuación de derivadas, la resolvía rápido para mantener un hábito.

Miró al frente con la respuesta. Se rascó el pelo.

—No. —Dedicó su observación a un calendario, notó la fecha y sabía que en varios días tendría tiempo libre que no sabría en qué gastar. Volteó al policía, este permanecía cuestionándose—. ¿Ya se acabó el interrogatorio, señor?

—Mm, sí.Ya terminamos. —Notó que el chico se levantó—. Eso sí, puede que le hagamos otro cuestionario en otro momento. Más que nada porque tengo entendido que conoce bien al profesor.

—Comprendo, muchas gracias.

La costumbre de agradecer se le pegó de su madre pese a que no poseía razones.

El oficial miró los papeles y platicó con sus compañeros.

Milen salía de la universidad, era la hora de salida. Se encontró con otros dos profesores que estaban callados.

Las dudas sobre qué hacer llegaban a Milen mientras ambos profesores a su lado charlaban. Poco a poco se sumió en su propio objetivo.

No sabía qué hacer en el tiempo que iba a haber de vacaciones.

Las posibles visitas de su madre junto a las probabilidades de que esta trajese algún juego o serie de los que le disgusta eran muy altas.

La voz de uno de los profesores le interrumpió:

—Milen, ¿está bien?

—Sí, sí… disculpe.

—Debería de estar concentrado en su alrededor —interrumpió el otro profesor—, recuerde que ya hay un caso siendo investigado en la universidad, debe estar alerta.

—Comprendo, comprendo. —Sus malos hábitos se notaban, ya que rascó su cuello frente a los profesores—. Ah, miren, ya me tengo que ir.

Los profesores le observaron, se preguntaban la razón de aquella actitud distraída del mundo. No pensaron tanto en eso.

Cuando vieron que el joven aumentó la velocidad de sus pasos y se marchaba, hablaron acerca del incidente.

Milen, con sus greñas, entró al bus. Le dieron ganas de leer. No conocía mucho el aburrimiento.

Sacó de su mochila un celular de último modelo.

Antes de siquiera leer o abrir una aplicación, un mensaje de texto llegó:

{De: Madre. (Nagi LezepKlis)

Recibido a las: 9:42am

“Hijo, me enteré acerca de lo del profesor,

¿ha estado todo bien allí? Recuerda cerrar

las ventanas y los candados. Por cierto, las

cosas que me pediste deben de estar por

llegar a tu casa.

¿Vas a visitarnos a mí y a tu padre pronto?”}

Su personalidad ante su madre estaba en constante cambio, siempre que pensaba sobre sus invitaciones llegaba a conclusiones sobre si perdería el tiempo pese a que la quería mucho.

En una forma de aliviarse y de tener un objetivo, decidió estudiar y ocuparse lo más posible.

{Para: Madre. (Nagi LezepKlis)

Enviado a las: 5:57pm

“Puedes quedarte tranquila, madre. Recuerda

que no se me escapa nada de eso. Gracias

por las cosas, lo aprecio mucho. Y… no, no

creo que vaya a visitarlos en un tiempo,

tengo que estudiar.”}

Ese mensaje no fue cargado de lástima, aunque tal vez para la próxima quisiese participar con tal de verlos.

Guardó su celular en la mochila.

El autobús seguía el recorrido, pasó por Rekimen doce.

Conversó con su madre en chat.

Los temas variaban, algunos sobre la empresa que ella poseía, otras acerca de sus estudios y otra por los libros. En un momento, el autobús se detuvo.

Rekimen catorce, su casa estaba a solo unos pasos. Bajó del vehículo, no sin pagar antes.

Llegando a su casa, escuchó dos gritos en compañía de una onda sonora que lo dejó ensordecido.

La armonía, ritmo y complejidad que desconocía llevaban palabras de características que no se describían con facilidad.

Pero por lo poco que duró, no se preocupó mucho, la sensación desapareció tan fugaz como llegó.

Suspiró en varias ocasiones, llegó a su casa.

Tenía un patio en la entrada con un camino de piedra hasta la puerta, había césped alrededor, a su lado derecho estaban las ventanas de la sala y a la izquierda, una simple pared. Luego, cuando iba a abrir, se percató de algo.

«¿Por qué la manilla está sucia?».

En su tacto también sintió líquidos entre viscosos y sólidos, ni siquiera los intentó probar por precaución.

Limpió sus manos con la camisa y después limpió la manilla, ahora sentía preocupación, capaz alguien entró en la casa, ¿o tal vez eran los productos que fueron traídos? Tenía que entrar igualmente.

La abrió con la llave que tenía guardada en la mochila. Detrás de la puerta había un pasillo largo, con otra a la derecha en el inicio y más a lo lejos una que tenía de frente una habitación que poseía utensilios, electrodomésticos, etc. Era la cocina.

A lo lejos se veían tres puertas, una pegada al fondo, otra a la derecha y una a la izquierda. Almacén, biblioteca y baño. Lo que la visión hacia el final del pasillo era interrumpida por varias cajas marrones en medio.

No tardó en acercársele con su curiosidad humana. Abrió uno de ellos, notó varios libros: La batalla de los diez años, Incursiones piratas, ¿Seres? Torneos de videojuegos Starming 960-1010, Origen de la vida verdadera y otros libros. Todos estos con aportes históricos en cierta medida.

Las otras cajas poseían ropa, libros complejos sobre matemáticas e ingeniería, incluso tenían regalos más específicos para él, como algunos objetos para aumentar la concentración.

Vio en la etiqueta de la caja un texto:
“Enviado por: Nagi Lezep Klis.

Domicilio: Derfericia, calle 43 #9144513, residencia superior.

Nota: ¿Quieres más cosillas, malcriado? :3”

Sonrió, su madre era graciosa en ocasiones. Luego recogió los regalos, movió las cajas al almacén cuando sacó todo el contenido.

Después, escuchó notificaciones en su celular que permanecía en su mochila en la cocina.

No tardó en agarrar la mochila, sacar su celular, y observar las notificaciones. Entre ellas permanecía la del periódico local de la ciudad, donde se hablaba de distintas desapariciones y algunos cadáveres encontrados en su mayoría en bañeras completamente convertidos en hueso.

Las razones provocarían confusión a cualquiera que se atreva a conocerlas. Parte de lo que tenía Milen en común con la población además de su insensatez, es su desconocimiento e ignorancia de los motivos de las cosas que ocurrían.

Después de eso y también de agarrar los libros junto a los otros objetos, entró al cuarto. Milen juraría haber visto una silueta humanoide gigantesca frente a su computadora, solo que esta desapareció al verla. Suspiró y lo olvidó poco a poco.

El cuarto tenía a la derecha una cama que ocupaba gran franja de la pequeña habitación, al frente permanecía una computadora de último modelo y a la izquierda, una estantería de libros. Muchos había ahí, desde escritores famosos, hasta desconocidos.

Al terminar de posicionar los regalos donde debían, miró su ordenador.Se acercó y lo usó.

Activó la conexión a internet y comenzó a chatear con su madre, leer un poco y a documentarse un rato antes de prepararse la comida.

Entre mensajes y mensajes de cosas banales con su madre, encontró artículos sobre leyendas urbanas de Starming. Poco le interesaban esas situaciones imaginarias.

Aunque había rumores que él había escuchado acerca de los asesinatos, así que le llegaron ciertos pensamientos de qué estaría especulando la gente. Entró en la página sin dudarlo, vio varios links a cliquear, algunos tenían sus absurdos y otros directamente no eran creíbles.

“Acuífero, babosa, alucinaciones, cosmicismo, concemtro, ¿entidades?”.

Encontraba ese tipo de textos sin orden, algunos nombres sin sentido siquiera como: Zerafiez.

No se adjuntaba nunca una imagen, en cambio, se trataba de una descripción de enorme complejidad.

Trataban a quien poseía ese nombre como una especie de benefactor primerizo que hacía apariciones y lo mencionaban también como un ser de características raras.

No eran claros los supuestos relatos que contaban sobre él y cada uno parecía más alejado a la realidad, ya que se usaban múltiples adjetivos de poca importancia o al menos eso creía el joven.

“Qué tontería”, decía en voz baja.

Llegó un mensaje de su madre que lo sacó del trance de leer, cosa de la que no se dio cuenta.

Vio aquel mensaje y respondió con velocidad. Unos minutos después, llegados a casi el final de la conversación, sintió unas caricias frías en su abdomen.

Eso provocó que saltase de su silla y mirase a todos lados. Nada.

Se levantó y miró la hora en el celular, se dio cuenta que ya era hora de la cena.Tuvo un breve enojo.

Se percató de que había perdido el tiempo leyendo estupideces, así que no tardó en dirigirse hacia la puerta. Quería ir a preparase la comida, luego bañarse y después estudiar como loco.

Detuvo sus pasos. Unos pies azules, de grandes uñas sucias y pútridas se asomaban.

Un hedor llegó a su nariz, era tan asqueroso que tuvo que taparse la boca. Ese olor lentamente se convertía en sabor, así que, con asco y la valentía viniendo de la inaptitud, abrió la puerta.

No había nadie.

Miró hacia ambos pasillos, no se atrevió a llamar a la policía porque de seguro su mente jugaba con él incluso más de lo que creería, tanto así, que su ansiedad se notó. Comenzó a morderse las uñas.

Observó la cocina, recordó que tenía hambre, así que no tardó en ir hasta el refrigerador, sirviéndose así un gran plato. El pensamiento de las lecturas que hizo pasaba por delante de él.

Así recordó varios de los sucesos que relacionaban criaturas de todo tipo con lo indefinido y la muerte.

Pero estos desaparecían tan fácil con cada acción que hacía para preparar su comida, de hecho, todo se le olvidaba cuando cocinaba.

Su madre desde pequeño le enseñó a cocinar, algo que agradece profundamente a diferencia del entretenimiento que clasifica como: innecesario.

Terminada su comida, comenzó a devorarla y finalizó en un rato. Segundos después de lavar, tuvo una breve confusión con los troncos de un árbol ya que estos a su vista parecían pies y extremidades. Aunque dejó de creer que eran pies cuando un mapache pequeño comenzó a treparlos.

Completó el lavado de platos, ahora tenía que ir a estudiar.

Carmesí.

Para hacer aquellas responsabilidades debía girar ciento ochenta grados en el mismo eje, algo que, sin duda, no era una buena idea.

Pequeñas gotas de saliva caían en su cuello, la diferencia fue que estas tenían un olor impregnado. Sangre, vísceras y vómito, no era un solo olor si esas descripciones se tomaban en cuenta.

Con lentitud y pensando que alguna tubería del desagüe en el techo se había roto, Milen se dio la vuelta. Quedó paralizado ante la vista carmesí, solo fue capaz de sentir el latido de su corazón aumentando y el tragar de su saliva pasar por su garganta.

La criatura notó la expresión y solo sonrió con sadismo, tenía a su presa tal y como quería. Faltaba el toque de susto y huida para hacer que su carne se tensara y fuera más sabrosa.

Aquellos olores también volvieron mucho más agudos que antes, tanto que sintió más asco comparado al miedo; salvo quela presencia era tan extraña y negativa a la lógica que olvidó su sentido del olfato.

Los pensamientos y preguntas que redundaban en Milen lo dejaron metido en su mente, tenía pruebas de que la criatura frente a él era falsa y real al mismo tiempo.

Luego, esta quiso introducirlo más en su mente, así que se quedó observándole fijamente, sin parpadeos.

Milen sintió ocho estocadas en todo el cuerpo: corazón, cabeza, pulmones, hígado y testículos.

Ese conjunto fue capaz de adentrarlo más en una especie de situación imaginaria por el dolor, donde las características de la criatura eran exageradas y parecían menos reales.

Nada de sangre salía de su cuerpo, para él era obvio que su capacidad de diferenciar la realidad desapareció, por tanto, no iba a moverse.

La criatura enseñó más sus dientes sucios y amarillentos. Abrió su boca. Dentro de ella estaba un mapache que él reconoció.

Estaba hecho pedazos: se veían sus tripas, dientes y cerebro esparcidos. La larga lengua de la criatura dejó a la vista sus ojos.

La respiración de Milen aumentó más al igual que su respiración y ganas de vomitar.

Pensó que su problema era aún peor, tanto que necesitaría estar más tranquilo. La criatura que tenía al frente no la había visto nunca, ni siquiera en los relatos fantasiosos.

Los ojos carmesíes vieron que el miedo de Milen junto a su carne lo ponían tenso, en ese punto. Así que le agarró la manoy la posicionó en el abdomen desnudo y de piel azul grisáceo.

Volvió a la realidad, sus ojos tenían un brillo. Eran las ganas de sobrevivir.

La criatura notó esa pequeña iluminación, sonriendo más aún: cuando se la despojase iba a probar el mejor sabor posible.

No había muchas opciones: enfrentarse a la criatura, sucumbir o correr.

Resbaló su mano, la empujó y corrió hacia la puerta. En el recorrido sintió los pasos, cada uno provocaba que las luces alrededor parpadeasen.

Además, su sombra se extendía detrás de Milen. Las largas extremidades de ella se alargaban. Lo alcanzó más rápido.

La puerta estaba cerrada con llave. De solo ver eso, Milen cayó en una paranoia donde el miedo llenó su cabeza, tragó saliva momentos antes de que la criatura estuviese justo detrás de él.

No había espacios para huir y, además, poco pudo hacer ya que la criatura agarró su brazo derecho como un juguete y lo levantó.

Mordió varias veces el hombro, incluso tenía cuidado de comerse una arteria o vena importante, no quería que su presa muriese tan rápido.

Milen trató de gritar tras la primera mordida. No pudo ser así, ya que la susodicha le ingresó un dedo en la boca.

Acarició con suavidad su lengua, dejó que él degustase el horrible sabor de las uñas y la piel.

Iba a darle una mordida más, una que iba a ser en el estómago.

Detuvo sus mordeduras al degustar más la carne de Milen.

Era más sabrosa de lo normal, no permitía comerse a una presa de ese estilo tan fácil, debía guardarlo.

Soltó a Milen, sacó el dedo de su boca y lo dejó en el suelo, tirado.

Con sus dolores en el hombro por las mordidas, sangró.No fue mucho ya que el cuidado con las venas y arterias era milimétrico.

Milen, agitado, con ojos abiertos por miedo, no lloraba porque sus ganas de vivir no se lo permitían. Así que se levantó y corrió hacia el almacén de su hogar.

Pasó por la puerta enfrente de la cocina.

Imágenes de la cara de la criatura llegaron a su imaginación, así estuvo metido más en su mente esos ojos carmesíes.

Mientras tanto, la criatura se quedó dónde estaba, quería degustar aquella carne más tiempo. ¿Perderse una gota de sangre de la presa? ¡No! ¡Era buena!

Solo tenía en mente que la carne era demasiado especial.

Cuando notó a Milen abriendo la puerta del almacén, volvió a sonreír: la comida creyó que iba a liberarse.

Con muchos escalofríos en la espalda, Milen se dio vuelta, quería ver la posición de la criatura antes de irse.

La veía de lejos, lo observaba fijamente con aquella sonrisa y esos ojos carmesí. Eso solo instó a que cerrase la puerta con fuerza además de ponerle seguro.

¿Por qué había entrado ahí? El almacén suyo poseía una puerta trasera en donde podía escapar, además de tener múltiples objetos que le podían ser de útiles.

La salida estaba justo a su izquierda, la llave permanecía al lado. Milen corrió hacia la puerta con la creencia inepta impulsada por aquella energía de la ciudad de que iba a escapar. No fue así.

Un parpadeo fue suficiente como para hacer que las imágenes de la criatura se multiplicasen en su mente y, que esta, con la misma sonrisa, apareciese frente a él, babeando en ganas de comer más.

Agitado por la huida, no le costó pensar y agarró unas cajas a su lado y las lanzó.

Ninguna le hacía daño aparente, luego tomó un cuchillo que había caído al suelo y trató de clavárselo en el abdomen.

Se rompió. Un sentimiento de impresión fuerte rebajó sus esperanzas a la vez que su corazón empezaba a latir tan rápido que le dolía.

Cogió con sus manos otras cajas. La criatura ni siquiera se movía, estaba espectando cada movimiento inútil e inepto que hacía su presa.

En aquellas cajas había petróleo, que usaba comúnmente cuando alquilaba alguna que otra moto, también cables para electrodomésticos.

Milen no tardó en lanzarle el líquido además de morder y quitarle el caucho a uno de aquellos cordajes. La criatura dio pasos nada más sentir mojado gran parte de su cuerpo.

Eso exasperó a Milen, ahora hacía gran fuerza en su mandíbula con tal de apurar la velocidad de su brazo derecho. Conectó el cable donde debía y lanzó la parte cortada encima de la criatura.

El fuego apareció encima del cuerpo. Ignoró la temperatura y siguió en camino hacia su presa.

El fuego que tenía encima y también el que estaba alrededor, desapareció. A Milen ya no le quedabaalgo para contrarrestarla, estaba jalándose las greñas,pensando en algo a la vez que la energía dejaba de aumentar su inaptitud.

Comenzó a sollozar junto al dolor que sentía pese a que la adrenalina ya estaba presente en su cuerpo. La criatura notó esa sensación con sus ojos carmesíes y no acercarse más.

Con todas aquellas emociones entremezcladas, Milen cayó hacia atrás, acercándose a la paredpara sobrevivir, ya no quedaba nada en él.

Su sudor goteaba, provocaba una sensación extraña dentro de él, además de que su olor corporal había liberado hormonas con tal de mantenerlo con cordura.

Inhalaba y exhalaba.

La criatura cortó esa respiración con solo agacharse frente a él y pegarlo contra la pared. Era suficiente el miedo que le hizo sentir, la carne estaba perfecta para ser mordida, así que comenzó a lamer lentamente su otro hombro, lo preparaba.

Milen cerró sus ojos ante la mirada carmesí, era suficiente para él: se sentía jodido mentalmente y físicamente.

Pensaba que era mejor morir y más lo era cuando comenzó a darse cuenta de que iba a dejar esos ciclos de ansiedad y responsabilidades.

Se sumió en sus pensamientos y, cuando pensó que la primera mordida iba a ir contra su hombro derecho, soltó un ligero chillido.

Un abrazo consumió los sentimientos dentro de él.

Abrió sus ojos, ahora tenía de frente ojos azules, combinando una cara hermosa, pómulos correctos, ninguna pista sobre una sonrisa macabra, más bien, un rostro atractivo y casi perfecto.

Luego, este rostro se acercó con lentitud.

La criatura, que seguía frente a él,probó su sudor, también olió sus hormonas, además de que su respiración promulgaba más de sus células masculinas.

Aquel conjunto provocó que la hembra, pasase de tener hambre a entrar, de una manera que solo su instinto animal podía, a su etapa de reproducción.

Abrió su boca, Milen pudo ver de ahí unas tres lenguas aproximadamente, todas llenas de saliva junto a sangre y carne que no había sido tragada.

Milen iba a gritar nada más ocurrió eso por lo sorprendente y asqueroso que fue.

No pudo, la criatura juntó su boca con la de él. Proliferó un beso prolongado donde ambos pudieron sentir los sabores del otro.

Provocó que tuviese unas horribles ganas de vomitar, estaba probando mucha sangre e incluso llegó a sentir más de un órgano pasando por su garganta.

Trató de empujarla muchas veces. No se movía por más fuerza que usara, tanto así, que lamentablemente quedó inútil ante el acto.

Duró más de nueve minutos con esos sabores, ahora tenía una idea de que todo este asco por el que pasaba, era el inicio de una odisea horrible.

Estaba en lo incorrecto, nada más terminar el beso, la criatura se quedó observándole fijamente.

Aquellos ojos azules, por alguna extraña razón, aumentaban su ritmo cardíaco, el beso también lo hizo. Era demasiado asqueroso como para admitirlo.

Vomitó frente a la criatura. La bestia solo lo miraba, no le importó ni un poco aquella acción, tanto así, que usó parte de su energía. Era totalmente distinta a la otra, no era inepta.

El hombro que había sido mordido, se recuperaba. En solo un minuto de pura confusión y asco, sin saber qué hacer, Milen se quedó sin rastro de mordidas.

La criatura lo siguió observando durante ese tiempo y fue ahí, cuando ligeras feromonas se esparcieron alrededor.Acarició a su varón/presa hasta llegar a sus genitales.

Milen no aguantó más de la situación, su confusión fue impulsada a un cambio: ahora creía que todo era una pesadilla.

El daño para él fue falso gracias a la recuperación tan rápida e indolora, solo una pesadilla es capaz de asustarlo tanto y al final cambiar la perspectiva de horror a necesidad sexual.

Se levantó sin mirar atrás. Una sensación muy grande de seducción tocaba su corazón, al punto de que, pese a todo lo ocurrido, varios pensamientos de apareamiento llegasen a él.

No, para Milen no le sería tan difícil escapar de ello, todo ese estrés anterior no era fácil de olvidar y más ese asqueroso beso juntado al dolor de su hombro mordido.

Pensaba que era su peor pesadilla, por ello, con las manos temblorosas al igual que sus pies, mientras era observado, abrió los seguros y candados de la puerta de entrada del almacén.

Tan rápido como pudo, pasó del pasillo a su habitación.

Debajo de la cama sacó conjuntos de ropa y una toalla. Quería quitarse esos pensamientos que rondaban en su mente, así que fue al baño.

En la puerta del almacén la criatura estaba de pie. Lo miraba.

Con una convicción de que era una ilusorio, Milen entró a la puerta.

Se percató de un error, pensó anteriormente que todo era una pesadilla y ahora mentalizó que era una ilusión.

Aquellas contradicciones en su mente lo hicieron darse cuenta de lo destrozado que estaba y provocó que tuviese más ganas de bañarse.

Sea lo que fuese, desaparecería en cuanto se bañase, al menos esa convicción que fue impulsada por aquella energía era la que tenía Milen.

El baño era pequeño: tenía cajas con productos de aseo a la izquierda, una tina a dos pasos frente a la puerta y a la derecha un lavabo con espejo que era extraño, parecía mojado, además, llevaba una palabra: Coeazpaciol.

Milen no lo llegó a notar, ya estaba sumergido en las ganas de bañarse.

Abrió la regadera con agua al punto de que soltaba humo, quería replicar a los baños termales. Esa sensación que aportaban era la necesaria.

Se desnudó con lentitud, por instantes, sintió como rascaban la puerta del baño. Milen se aseguró bastante de que estuviese bien cerrada.

Por detrás de la puerta, estaba la criatura que, además de sentir una presencia extraña, desconocida y cósmica, llegó a oler las hormonas de su varón.

Tanto efecto hacía en ella, que no podía romper la puerta, cualquier alteración del macho podría llevar a una reproducción inútil, al menos eso es lo que dictó su instinto por años de evolución.

Milen, relajado por el agua caliente, se olvidó de la criatura, ya no sentía olores gracias a un aromatizante que usó.

Comenzó a dormirse, la relajación tenía sus efectos, también la liberación del estrés jugó un buen papel. Relajó sus ojos y se sumergió en el agua sin saberlo, mantenía su tiempo sin respirar.

«Calma»…

Fue prolongado el tiempo, se sentía muy cómodo, intentó subir con sus ojos cerrados para tomar aire.

No pudo.

Con ojos cerrados, sintió que su cabeza estaba chocando con una superficie gelatinosa que no lo dejaba seguir subiendo, no abrió los ojos. ¡No podía el imbécil!

En sus ojos rondaron breves imágenes inauditas por pares de segundos, se sintió como mucho tiempo.

Rostros, cuerpos, infra seres, animales, plantas, desconocidos y conocidos.Pasaban por su mente y le incomodó demasiado. Intentó abrir sus ojos cuando la calma desapareció.

Pasó complicaciones y necesitaba respirar.

Los pudo abrir, solo vio una estela de líquidos con colores desconocidos que rodeaban a una especie de ente bajo el agua.

Tenía características que juntaban desde montones de pieles y músculos hasta cerámica con gusanos que provenían de baños sucios.

¡Aquel conjunto era tan indescriptible que Milen casi muere de un infarto en vez morir por la desintegración de su cuerpo!

La disolución no era comprensible, no era química, ni física. Se salía de las leyes del cosmos…

La hembra rompió la puerta al sentir el daño cósmico en su varón. Notó el cuerpo vivo y lo sacó del agua.

Vio imágenes horribles e incluso escuchaba palabras con fonética totalmente inentendible.

No funcionaban, gritó. Trajo de vuelta sus ojos carmesíes intentando asustar a la entidad. De la nada, sintió que estaba en el espacio. Partículas, átomos y moléculas pasaban a su alrededor…

La entidad de presencia indistinguible se retiró, sus arcaicos conocimientos no eran capaces de contrarrestar la piel indestructible e instinto animal de la criatura.

Ahora que estaban solos, la criatura observó a su varón. No podía quedarse, el hambre volvía a ella.

Curó la piel casi disuelta del joven.

Salió del hogar, quería tener reservado a su varón para el último instante.

Milen estuvo desmayado por horas…

Despertó con imágenes sobre el baño que había tenido. Con un miedo instintivo, corrió fuera mientras se vestía.

No veía a la criatura y se sentía solo, los pensamientos que tenía se relacionaban con lo experimentado. No quería recordar nada, quería dormir.

«¡¡¡Debo dormir!!! ¡¡Debo dormir!!».

Más pensamientos como ese se repetían y se repetían. Todo era una ilusión para él, no había pruebas de que le haya pasado algo.

Ni siquiera los daños a los cables estaban, ni el petróleo. ¿Habrá sido una alucinación de verdad? No, todo lo experimentó en carne propia.

Convencido pese a la lógica, se acostó, se arropó e incluso se aseguró de cerrar la puerta. Quedó en sueño.

Horas pasaron…

Tum, tum, tum, tum…

Pasos…

Tum, tum, tum, tum…

No, no había nada de pasos, era un sonido que se escuchaba alrededor, como golpes a una ventana. El cuarto tenía una.

No estaba siendo golpeada.

Tum, tum… Vrom.

El sonido del resorte de la cama, alguien se sentó en ella.

Era la criatura con ojos azules. Sació su hambre y aseguró la limpieza de sus fauces, ahora que el joven estaba dormido, acarició su cabello.

Él lo sintió… despertó sin moverse, tragó saliva y sudó su rostro. Convencido, no decidió moverse ni un poco.

La criatura seguía acariciándolo, hasta que, al notar que no hacía ni un movimiento, agarró su cabeza como un tornillo e hizo que la mirase a los ojos.

Milen vio a la criatura, todavía tenía la convicción. Así que se levantó y ganó determinación, poco le importaba si fuera real.

—Sal de mi casa. —Su tono de voz era agresivo, no lo alzaba porque tal vez los vecinos lo creerían loco.

Silencio, la criatura no lo entendía.

—Sal de aquí. —Señaló la ventana, ella vio sus dedos.

La bestia se quedó observándole, volvía su instinto femenino a caerle encima. Poco a poco el corazón de Milen latía más, como si fuera parte del mecanismo pese a que no está de acuerdo.

—¡¡Te dije que salieras de aquí!!

Notó la agresividad, no podía hacer nada. Se suponía que el varón debía caer en el encanto… sino cae, falló… solo estaba la opción de comérselo.

No tenía hambre, así que mostró sus genitales a él.

—¡¡¡Sal de aquí, maldito monstruo de mierda!!! —Contundente en esta ocasión.

Ya no había más opción, la bestia eligió irse, no pudo tomar a su varón, ni tampoco comérselo. En un parpadeo del chico, desapareció.

Por la desaparición repentina, estuvo seguro de la ilusión y quedebía ir al psicólogo. Se acostó, ya era tarde y, pese a que la criatura dejó sucia la cama, tuvo que aceptar dormir.

Risas pasaron en sus sueños y alguien hablaba un lenguaje extraño. Pudo descansar.

Algo se asomó en la ventana cuando ya estaba en un sueño profundo. Era de cara pálida, ojos huecos, una lengua larga y con varias bocas…

Miró más tiempo…

Pero, en un rato, sintió una presencia que conocía ya, por ello, desapareció.

El joven durmió hasta la mañana.

Tocó su cuerpo, miró la cama sucia, la arregló e hizo algunos arreglos en la habitación antes de salir a la cocina y preparase.

Luego, abrió la puerta.

No había nada fuera de lo común.

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