Caza Androides - Cambios y Asesinos
Decidí dirigirme al hospital en busca del chico a pesar de que algo en mi interior me decía que él no era el responsable. Entré y pregunté sobre él, pero no estaba allí. No se presentó a trabajar ese día, lo cual era bastante extraño en él según me dijeron, también aproveché para preguntar si el bastardo de cabello rubio había preguntado por mí, pero seguía sin aparecer, así que me dirigí hasta la vivienda del hombre con el artilugio que había comprado, gorra y gafas para prevenir el ser identificado. ¿Talvez sea por ello que toda persona que me veía, se asustaba? ¿Acaso parecía un delincuente? No me importa en realidad.
Llegué, la puerta estaba cerrada y me tomé la libertad de abrirla a la fuerza, lo cual me hizo parecer aún más como un ladrón. Lo busqué por todo el lugar hasta encontrarlo en una pequeña habitación, parecía una biblioteca o algo por el estilo, completamente incinerado. Pude deducir que lo habían quemado vivo por la posición de su cadáver y los gestos faciales que seguían impregnados en su rostro, además de encontrar amarras en sus muñecas. Pero el cuerpo del joven no era lo único interesante que pude encontrar en esa habitación.
Atada al cuerpo rostizado, había una cuerda que provocaría que el mueble y todos sus libros cayeran sobre mí, y quien sabe si alguna otra sorpresa caería junto con ello. Así que no le moví, más bien dejé una nota en la puerta que decía “Llamen al 911 antes de que el cadáver se pudra dentro” y salí por atrás.
Volví a mi hogar, dejando mi abrigo y gafas en un basurero para que la policía, que desde luego estarían en la entrada del apartamento, no me preguntaran nada, pero ni aun así de todos los pude evadir, así que contesté sus preguntas y entré con cuidado pues sabía que adentro estaría quien me trató de matar, ya que sabía en dónde vivía y hacia donde iría. Y al abrir, vi que en el suelo había una pequeña cuerda transparente tensa, así que la corté, y entré. Al hacerlo, un balde con gasolina cayó de arriba de la puerta, además de ver que esa cuerda estaba sujetada a un explosivo, lo que quería decir que quien me quiso matar, me quería ver completamente incinerado y esperaba que estuviera distraído o que mi mirada estuviera enfocada en lo que había arriba de mí, ya que pudo haber hecho que la trampa de la explosión estuviera arriba, pero puso una distracción allí. Antes, era analítico pero confiado y siempre tenía la mirada en alto, lo cual me llevó a la conclusión de que quien me quería muerto, conocía mi yo del pasado, mi yo joven, lo cual era un tanto raro, ya que no solía tener muchos amigos en el tiempo en que mataba por dinero. Estaba seguro que alguno de los asesinos de esa época era quien me estaba tratando de matar.
Pregunté a la policía si habían visto a alguien entrar y me dijeron que no. Al parecer, yo fui única persona que entró en ese lapso de tiempo, lo que me llevó a reafirmar la idea de que quien estaba detrás de mi debía de ser un asesino, pero probablemente uno joven o muy estúpido ya que mi nombre provocaba miedo en el negocio hace ya algunos años.
Así fue como me dirigí allá, verifiqué que nadie me estuviera siguiendo. Sabía que lo harían, sólo que no se dejaría ver, así que llegué allá y uno de los hombres me reconoció diciendo “Eee… Eres tú ¿cierto? Pe… Pero aún…” y le interrumpí diciéndole “Tranquilo, no es eso por lo que venía, necesito saber si hay alguna casa o departamento libre en este lugar” a lo que contestó “Pues, el jefe tiene una propiedad, cerca de aquí, pero tendría que darte su número de teléfono porque a él no le gusta recibir visitas” y dije “Y a mí no me gusta llamar, sólo dime en donde está ese hombre y con eso basta” me indicó el sitio, al parecer el hombre al que se refería como jefe, era un abogado bastante poderoso para ser de allí, aunque en la cuidad, probablemente sea una persona normal con un salario como cualquier otro pobre diablo. Así que me llevó hasta allá y salió corriendo luego de hacerlo, lo cual me pareció bastante curioso la verdad.
Entré, era una pequeña puerta que daba a una habitación en un segundo piso, subí las gradas y en frente de la puerta había dos guardas de seguridad armados lo que me recordó a la oficina de Amber, gracias a ello mi carácter se tornó un poco más tenso de lo que estaba. Uno de ellos era un poco viejo, el otro era joven, se veía inseguro y poco experimentado, el otro en cambio parecía tener experiencia en el trabajo. Sólo los ignoré y traté de abrir la puerta, pero el más viejo me detuvo y me dijo “¿Qué crees que haces?” Le dije “Normalmente me preguntan primero ¿quién soy?” contestó “Como si me importara quien eres. Sólo sé que no estás autorizado a entrar aquí” pero poco me importó eso, así que proseguí “¿Sabías que los estúpidos responden a una pregunta con otra?” Y cayó en la trampa diciendo “¿Qué?” Un segundo después, entendió lo que traté de hacer y trató de sacar su arma, pero disparé al lado de su pistola.
Su mano quedó inmovilizada y les dije “Tienes experiencia y carácter, pero nunca has enfrentado algún peligro real. Mientras tanto, tú, el joven, pudiste reaccionar, pero eres muy lento, además, te asustaste en cuanto disparé, no estás hecho para esto niño, lo lamento y tranquilos, sólo quiero entrar a hablar con el señor Flair (Así dijo el hombre que se llamaba el tipo) no le haré daño, sólo vengo a negociar” pero el sujeto sacó la pistola y me trató de apuntar, aunque le sirvió de poco. Le di un puñetazo en la cara y con eso bastó para dejarlo noqueado, abrí la puerta y le dije al hombre “¿Eres el señor Flair cierto?” Y asustado tras escuchar lo que había sucedido asentó con su cabeza, así que le comenté sobre lo que me dijeron, le dije mi propuesta y llegamos a un acuerdo rápidamente, y por alguna razón, me dejó la renta a la mitad de lo que cobraba, ¿quién sabe por qué?
Fui hasta la casa, dejé lo poco que tenía allí y salí a comprar comida. Al llegar vi que la puerta estaba abierta. Estaba seguro de que ya se habían robado las porquerías que había dejado hacía un rato, pero no, todo estaba en su lugar, al menos en la sala. Decidí entrar a mi habitación y vi que había alguien allí. No pude ver su cara porque en esa habitación las cortinas estaban cerradas y la luz no entraba, así que saqué el arma y le apunté diciéndole “¿Quién diablos eres? y tienes cinco segundos para largarte antes de que averigüe cuántas balas pueden soportar tus órganos vitales”. Entre risas me dijo “No me reconoces ¿cierto?” Camino hacia el frente diciendo “Siempre cargas tu juguete, pero ya no eres tan implacable como antes, te ves patético” tras ver su cara, sabía quién me había tratado de matar, pero no se me había pasado por la mente hasta ahora que veo su cara y escucho su voz, de hecho, mis instintos habían perdido eficacia, pues los explosivos y el quemar vivo a alguien, sólo un maldito pirómano pudo haber hecho eso.
Lo conocí en Holanda, buscaba a una mujer y su esposo, que controlaban una especie de grupo criminal. Me contactaron para matar a la pareja. Ese tipo estaba en búsqueda de las mismas personas, pero no podía compartir ni dejar que él las matara, porque no nos pagan para ver a esas personas muertas, sino nos pagan para matarlas. Como código de asesinos profesionales, no podemos aceptar el dinero si no fuimos nosotros mismos quienes hicimos el trabajo. Hubo una riña y logré acabarlos a ambos, bastó con un par de balas en la frente para culminar con el trabajo.
“¿Así que sigues enojado por haberte vencido aquella vez Anton? ” Y me dijo “Me siento alagado de que recuerdes mi nombre, pero estoy decepcionado de que no hubieses reconocido mis obsequios” lo cuál era cierto. Sabía que quería enojarme y hacer que pierda el control, pero no caería tan fácil, le contesté “¿Estás listo para morir o para qué viniste?” Y respondió “¿Aún crees que eres mejor que yo? Talvez me ganaste en Holanda, pero mírate ahora, tras casi una década de ser el mejor, te retiraste y entraste en depresión. Si hubiese sido venganza lo que quería, estuviste mucho tiempo en tu casa, sin salir, lamentándote, ahora estás débil, perdiste la magia y por si aún no lo sabes, sí, lo estoy haciendo por dinero, pero no te puedo decir quién lo hizo, pero ahora que tengo la oportunidad, quiero acabar con el último gran asesino con mis propias manos. Sin juguetes. ¿Qué dices?” Y le dije “Sí y ya sé que no soy el mismo de antes pero aún sé cómo manejar a un niño iluso que aún no supera una humillante derrota, donde ni siquiera tuviste oportunidad alguna”.
Mi sangre ardía de nuevo, sabía que necesitaba acabar con esta peste lo antes posible, sino, se convertiría en una piedra en el zapato en mi búsqueda de información, ya que cada vez estaba más cerca de Alfa y no dejaría todo inconcluso por culpa de un bastardo que no podía acercarse a mis talones, aunque tenía más agilidad, más velocidad y más energía, esto no sería más difícil que acabar con los androides que me querían muerto poco después de entrar a la O.R.A.
Supe que ese último comentario le disgustó y le enojó, porque fue él quien lanzó el primer golpe, un puño directo a mi cara, pero cuando una persona está enojada, pierde gran parte de su movilidad, aumenta la fuerza del golpe, pero baja en gran medida la velocidad, los músculos se tensan y no deja que los ligamentos trabajen en su máximo esplendor, así que no lo esquivé. Ya estaba harto de siempre evadir lo que la vida me traía y sabía que por ello estaba así. Usé mi palma para mover su brazo izquierdo hacía afuera y le lancé un golpe con mi mano libre en su rostro y aproveché el descuido para abalanzarme a él empujándole hacía atrás con la intención de golpearlo contra la pared de mi habitación, pero inteligentemente tomó la parte trasera de mi cuello y se dejó caer golpeando mi cabeza contra el suelo.
Se levantó riéndose como si nada, parecía un maldito degenerado, pero le traté de lanzar una patada a sus pies para que cayera, sólo que el maldito, ya confiado, logró leer mi movimiento y saltó, cayendo con sus pies sobre mi pierna, lo cual llegó a ser muy doloroso, y me dejó vulnerable en el suelo, con pocas posibilidades de ofensiva y un gran dolor en mi cabeza y pierna, fue ahí donde empezó a carcajear frente a mí.
Alardeaba y se reía, lo que logró enojarme, pero resistí unos segundos, luego el maldito bastardo puso su pie en mi cara creyendo que no podría defenderme. Empezó a presionarlo cada vez más fuerte, pero en un momento lo soltó y tiré de su pierna hacía atrás, llevándose una hermosa caída de cara contra el suelo, seguido por una patada en su cabeza y cuando trató de levantarse le di un pisotón en su cabeza también, dejando el juego a mi favor una vez más, como debía de ser. Aún en el suelo nos seguimos golpeando hasta el cansancio, mayoritariamente yo a él. Sin embargo, tras caer del pisotón, la pierna adolorida empezó a molestarme cada vez más, hasta que di un paso y caí al suelo. El canalla, aún en el suelo, seguía burlándose a pesar de que su condición era igual o peor que la mía, pero no pude quedarme así. Me traté de levantar fallidamente y el bastardo me dijo “Mason, ¿sabes que, si te hubiese querido matar, lo hubiese hecho desde hace tiempo? pero tras ver que no caíste en las trampas que te puse, me provocaste un poco de expectativa. Esperaba que la pelea fuese más larga y divertida, pero me decepciona que no pudieses resistir por tanto tiempo, ya la edad te está afectando vejestorio” y le respondí “Maldito, sólo mírate, yo no puedo levantarme por una pierna, tú no puedes porque tu cuerpo está deshecho” pero el desquiciado se levantó a duros costos y riéndose me lanzó la única silla que había en la casa, era de madera vieja y ya estaba un poco podrida así que no fue tan doloroso, sin embargo mi condición seguía estando un poco degradada para poder combatir con este tipo.
“Ya no eres el Mason Cross de antes. Al parecer era esa pistola la que te daba confianza, la que te hacía intimidante, la que te hacía un hombre de verdad, porque ahora sólo veo un costal de huesos inservible, sólo das pena” sabía que era cierto, la parte de que ya no era el de antes, aunque fuera eso lo que siempre trataba de conseguir, de volver a mis viejas glorias. Ya no era capaz de hacerlo, aunque todo lo demás que dijo era completamente falso, sin embargo, provocó que mi sangre ardiera de nuevo y sobreponiéndome al dolor, me levanté. Lo tomé de cuello y lo golpeé una y otra vez, su cara estaba ensangrentada y muy maltrecha, lo mismo con su cuerpo.
Lo seguí golpeando hasta asegurarme que no se levantaría y me tomé la libertad de amarrarlo de pies, manos y del cuello, además de que busqué en sus bolsillos y encontré cuatro explosivos pequeños, pero bastante potentes, así que corrí y busqué a los hombres que me ayudarían en el pueblo, le pagué al hombre por el auto y unas cosas que tomé de su tienda para proseguir con mi trabajo.
Esperaba que Anton despertara, necesitaba algo de información, pero sabía que no sería fácil conseguirla así que le até de pies y manos con cadenas gruesas, le puse una última en el cuello sujetada a un asiento del auto, además de otra pequeña sorpresa que se podría denominar, una cucharada de su propia medicina. El canalla durmió por un par de horas, hasta que empezó a reaccionar, aún no muy despierto del todo le dije “¿Qué tal la siesta amigo?” Y me contestó “No muy bien, estoy acostumbrado a dormir con cobijas, no con cadenas” y le respondí sarcásticamente “No sabes cómo lo siento”
Proseguí con la colecta de información “Mira amigo, sabes que no estás en tu mejor estado, así que ¿Por qué no me dices quién te envío y dónde puedo encontrarlo?” Pero sólo se reía “¿No recuerdas los principios de los asesinos? Esa información no se revela” cosa que sabía, pero también le tenía una sorpresa “¿Recuerdas las pequeñas bombas de bolsillo que traías? Son pequeñas pero muy potentes ¿cierto?” Y dijo “Sé que las tomaste, sin embargo ¿Crees que hacerme volar la cara me hará confesar?” Y continué “¿Sabes cómo funciona un supositorio? Pues este no te sanará, este te volará desde adentro y si no mueres por la explosión, lo harás por la pérdida de sangre al perder medio cuerpo ¿Aun así no me lo dirás?” Sin embargo, no hubo respuesta alguna, sabía lo que estaba intentando, se trataba de tragar la lengua, creo que sería más lógico morir asfixiado a morir por una explosión en su trasero, pero le di un golpe en el estómago y luego le puse un pañuelo en la boca para que no pudiese hacer, sin embargo, antes de hacerlo me dijo esto “¿Por qué te lo diría? ¿Acaso no moriré de todas formas?” La bomba estaba lista para explotar en tres minutos y aún faltaban dos, en cierto momento empezó a llorar y supuse que me diría lo que necesitaba saber, así que le dije que faltaba sólo un minuto y quité esa cosa de su boca, entonces me pidió que me acercara, lo hice, y estando frente a su cara me lanzó un escupitajo.
Su intención era que la explosión no sólo le matara a él, sino que también me llegase a alcanzar a mí, lo cual me pareció bastante enfermo, una fidelidad a su trabajo espeluznante, así que sólo me fui, dejé que hiciera lo que quisiera, no sé si se confió que la bomba no explotaría por lo que le dije del tiempo en que supone lo haría o se suicidó antes de explotar, aunque tampoco debería de preocuparme, pues su muerte era segura.