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Nagi-chan está aburrida - Cap 1- ¡No me observes, microbio!

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  3. Cap 1- ¡No me observes, microbio!
Ant
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Me desperté; pero con una duda en mi cabeza.

¿Lo de ayer fue un sueño?

Miré la parte trasera del portátil y noté el mismo moho en la batería.

—Pa-parece que no.

Moju no estaba brillando como ayer, y tampoco parecía haber cambiado alguno de sus colores.

Estiré mis brazos y observé la habitación.

Bien, hoy toca el análisis aquí.

Para mantener un hábito y mejorar mi escritura siempre hacía una breve descripción de los lugares. Hace dos días se la dediqué a la escuela.

Como siempre, la puerta del cuarto era del tipo corredera, hecha de una madera oscura. Tenía el picaporte a la izquierda y estaba cerrada. Mi escritorio de madera de caoba junto al portátil está al lado, por aquellas razones no podía caer ni una gota de agua ya que se corrompería.

Al otro lado de la puerta estaba un estante con varios libros de los que recuerdo haber ideado el nombre de Moju. Arriba permanecía el aire acondicionado, aunque era difícil verlo siendo sincera.

Había una única cama que tenía a su derecha un escaparate con mi ropa y, al lado izquierdo, estaba otro estante lleno de mangas y CD’s de canciones japonesas.

Tocaba aplicar cuatro sentidos: olor a cerezo gracias a un ambientador que suelo echar; escuchaba pajaritos con su canto ya que alrededor de la casa había árboles; el tacto era húmedo por el aire acondicionado y la vista no era nada desagradable por el cuarto ordenado.

Fui a bañarme al terminar el análisis y me cambié de ropa para ir a la escuela.

Espero que el profesor de historia no vuelva a contar la batalla de los diez años, esa clase fue muy pero muy aburrida.

Me llenaba de pensamientos acerca de la escuela, tanto que se me había olvidado que tenía un parásito espacial en mi portátil. Ya iba de salida.

¡Ah! ¡Son las siete y treintaidós! ¡Se me va a ir el autobús!

Corrí con mi mochila en los hombros hacia la próxima parada.

***

Al detenerse el autobús en la parada de Nashina quince, me bajé y llegué a la escuela. Luego entré y llegué al matutino diario a tiempo.

¿Qué pasó aquí?

Acabado el matutino, entramos al aula llena de garabatos en las paredes y con las sillas intercambiadas de lugar. Lo que me sorprendía era que algunos de los garabatos estaban en el techo a más de diez metros de altura.

—Vaya —expresé medio enojada al ver que mi silla estaba en el puesto de Lanid y que también tenía escrito: otaku plana.

Yo no soy otaku, no sé por qué me lo dicen.

—Oye, Nagi. ¿Qué pasó? ¿Esos vándalos le hicieron algo a tu silla? —preguntó una de mis compañeras que se acercaba. Juraría que cuando me volteé se veía el doble de enojada que yo. Ella notó lo escrito en mi silla y no tardó en cuestionar—: ¿Ah? ¿Te conocen?

—Creo que sí, Quilla. Aunque creo que lo que estoy viendo son unas firmas. —Carcajeé, luego miré la expresión de ella y por un momento temblé. ¡Estaba furiosa!

—Je, je. No te preocupes, ¿sabes quiénes son los que te conocen, verdad?

—Mm. —Llevé mi mano a mi barbilla—. Los del séptimo tres y dos.

—Ya veo, ya veo. —Sonrió con malevolencia desprendida de sus ojos—. Iré a preguntar de manera educada.

Quilla salió del aula a gran velocidad, juraría que un rayo se quedaba corto. Luego escuché a lo lejos unos gritos.

Lanid entró al aula ratos después. Él notó toda la confusión de las sillas y me vio justo al lado de su puesto. En su expresión se notaban las preguntas que tenía.

—Buenos días, Nagi, ¿pasó algo en el aula de lo que me haya perdido?

—Buenos días, Lanid. Y pues, según lo que dedujeron, algunos estudiantes se metieron, cambiaron las sillas y dejaron su… arte abstracto por todas las paredes.

—Mira que hay que perder el tiempo. —Observó mi asiento—. ¿Esa es tu silla?

—Sí, ahora mismo le pasaré un-

—Tranquila, la voy a limpiar. —Abrió su mochila y sacó un trapo.

Mucha cortesía, ¿eh?

—No tenías por qué hacer eso, podía limpiarlo.

—No tenías tampoco por qué negar la ayuda. —Guiñó su ojo.

Me quedé procesando la información.

Vaya que es rápido para responder.

—¿No que eras un otaku? ¿Cómo respondes tan rápido?

—De niño era así. —Levantó la silla, la dejó un poco más limpia—. Perdón de nuevo por pensar que eras hombre ayer, debió de haberte molestado mucho.

Ya se me había olvidado…

—No pasa nada. —Lanid terminó de limpiar la silla. Traté de agarrarla para llevarla donde debía de estar; pero él la tomó antes—. Lanid… no te pases de caballeroso.

—Solo es una ayudita —aclaró, llevándola a sus brazos y caminando con ella hacia mi puesto—, ya que eres mi amiga.

Cuando Lanid posicionó la silla, volteé hacia mi derecha al escuchar un ligero estruendo. Era Quilla, tenía en sus brazos a dos chicos bastante asustados, ella nos vio a mí y a Lanid.

Llegaron los profesores ratos después, y pese a los altercados con los estudiantes, dimos clases hasta el mediodía como siempre. Pasaron algunas cosas locas durante las clases; pero eran algo aburridas.

***

Justo al terminar las clases, Lanid me detuvo y caminamos hasta su casa.

—Entonces, ¿qué juego jugaremos, Lanid?

—¿Juegas juegos de disparos?

—Claro que sí, ¡son muy divertidos, y más cuando haces un headshot perfecto!

—Ya veo, ya veo, ¿entonces quieres probar a jugar Haelo primero?

—¿El shooter espacial de consolas? Claro; pero… ¿cómo si no es para ordenador?

—Tranquila, tranquila. Tengo una versión específica de computadora, así podremos jugarlo.

—Vale, vale. Llevaré la portátil entonce-

Recordé a Moju, todavía no había tomado una decisión con respecto a eso.

—¿Qué ocurre? —preguntó mientras asomaba su cabeza para notar mi expresión—, ¿recordaste algo?

—Ah, solo estaba pensando la hora a la que voy a ir.

¡¿Por qué dije esa tontería?!

Una gota de sudor recorrió mi frente y fingí una sonrisa.

—Pues, puedes venir a la hora que termines de hacer las tareas.

Por alguna razón, cuando dijo eso, se vio algo sonrojado, no pude entender bien el porqué a primera vista.

—Vale. Iré a esa hora.

En unos minutos nos despedimos y llegué a mi casa. Mi madre estaba limpiando la cocina, y cuando me vio, me saludó:

—Hola, hija. Limpié tu cuarto hace un rato por si notas que el piso está húmedo. ¿Cómo te fue en la escuela?

—Me fue bien, algo aburrida; pero bien. —Miré un trapo que ella tenía en la mano, era el que usaba para limpiar específicamente—. ¿Estaba tan sucio?

—Sí. —Suspiró—. Literalmente tu portátil tenía moho, ¿qué se supone que hay en tu cuarto para que tenga eso? Tuve que pasarle el trapo varias veces para que se quitase.

Mis ojos se agudizaron y tragué saliva. Corrí hacia mi cuarto en ese instante.

—¿Hija? ¿Me escuchaste?

Seguí corriendo y exclamé:

—¡Sí, mamá!

—Oye, no tienes que gritarlo. —Escuché a lo lejos.

Abrí la puerta, noté que la batería de la portátil estaba limpia por completo. De inmediato pensé que Moju había muerto; pero para comprobarlo, la encendí. Apareció un bloc de notas con un escrito.

—¿Por qué me hizo daño?

Cuando lo vi, cerré la puerta y respondí:

—Lo siento, mi madre no sabía que estabas aquí.

Fruncí mi ceño por un instante en duda, me había dado cuenta de algo.

—Espera, ¿cómo sobreviviste?

—No le diré nada, no confío en usted.

—Vamos, Moju. Fue mi madre la que te hizo daño, además que fue sin saberlo.

—¿Eso qué tiene que ver? Usted perfectamente pudo haberle dicho desde afuera que me hiciese daño.

Cuando vi ese mensaje, suspiré, y traté de calmarlo:

—¿Y yo qué gano con hacerte daño?, ¿perder a una posible forma de divertirme cuando estoy aburrida?, ¿eso es un logro?

Se demoró un rato en responder, luego llegó otro mensaje:

—Mm, entonces déjeme pensarlo bien; pero por ahora no me toque.

—Vale, estaré haciendo las tareas. Después de eso y de bañarme darás conmigo un pequeño viaje, recuerda que no debes hacer nada que destaque.

—¿Viaje? ¿Destacar? ¿Para qué me va a llevar?

—Es simple, un amigo me invitó a su casa a jugar un rato. Por eso quiero que no hagas cosas sospechosas. Y en realidad no es que te quiera llevar a ti, es a mi portátil; pero como estás en ella irás también.

—Mm, no sé qué decir exactamente, ¿cree que esto es lo más acertado?

—Tú tranquilo, con que no hagas cosas que destaquen está bien. —Me levanté de la silla y comencé a hacer las tareas.

Un rato después me levanté ya que el uniforme era demasiado caluroso, así que decidí cambiarme la ropa.

Mientras me quitaba mi pequeño ajustador y las bragas, aparte de que noté que de nuevo se marcó la línea en mi exorbitante cadera, apareció un mensaje en el bloc de notas:

—¿Qué hace quitándose la ropa?

No comprendí el mensaje, hasta que de la nada, noté la cámara de la portátil. En un breve sonrojo y enojo a la vez que con mucha velocidad, le puse encima un trapo.

—Oiga, ¿por qué hace eso? No puedo ver nada.

Nada más leer el mensaje, me apuré en ponerme el short y la blusa.

¡Y encima no entiende las cosas!

Me vestí y me acerqué.

—¡Debiste haberme dicho que podías usar la cámara, imbécil pervertido!

—¿Por qué está así?

—¡Sen-ti-do co-mún! —Lo escribí directamente sin decirlo. Luego exclamé—: ¡Busca el significado de esas palabras!

—¿Por qué las separa?

Apreté mis dientes, todavía estaba medio enfadada.

¿¡Por qué me tiene que ocurrir esto!?

—Para que lo comprendas, soy una chica… ¡una chica!, no quiero que me veas desnuda.

—¿Chica?

Mi enojo por instantes empezó a aumentar; sin embargo, suspiré y respondí:

—Verdad que tú no tienes sexo biológico. —Puse mi mano en mi frente. Otro mensaje llegó.

—¿Sexo biológico?

—¡Bueno ya! —No era fácil quitarme esa vergüenza—. Lo que importa es que no vuelvas a verme mientras me cambio.

—Comprendo, me disculpo.

—

Cuando terminé de cambiarme, finalicé las tareas y luego me bañé por segunda vez. Regresé al cuarto.

—Bien, Moju. ¿cuánto tiempo puedes estar sin corriente?

—Según los procesos de la portátil, unas dos horas como mucho, o eso creo.

—Vale, entonces me sobra tiempo. —Salí del cuarto y volví con una mochila del tamaño de mi espalda y abdomen juntos—. Entonces prepárate que vamos a salir.

—Comprendido, tenga cuidado.

Guardé a Moju, después el ratón y el teclado. Fui a la cocina al terminar, tenía que pasar por ahí para poder irme.

—Nagi, ¿a dónde vas?

Di un brinco del susto. Suspiré varias veces.

¡Un día de estos me va a matar!

—Voy para casa de un amigo.

—Ah. —Miró mi ropa y la mochila—. ¿Él vive cerca? ¿Estás segura de solo llevar esa ropa?

—Vive justo en la cuadra de abajo y sobre la ropa. Por favor, no empieces, estoy bien con esto.

—Mm, te dejaré ir porque pareces algo apurada. Pero recuerda venir temprano, ya sabes la razón.

—Vale, vendré justo antes de la cena.

Bajé a la cuadra con la calle rota donde estaba la casa de Lanid.

Habían dos pisos; pero según lo que me dijo ayer, el primer piso es solo un garaje. Donde vive él es en el segundo.

La casa estaba rodeada de un muro de piedra rojo con vallas blancas encima, a la derecha había una entrada con una escalera. Estaba una reja alta con cerrojo por dentro cerrada con candado.

Detrás de esa misma permanecía una escalera que se dirigía a un pequeño portal con más rejas, este tenía una puerta de madera junto a ocho ventanas a la izquierda.

Cuando vi que la reja estaba cerrada, exclamé:

—¡Laaaniiiid!

—¡Ya va! —respondió una mujer.

Minutos después se abrió la puerta del portal, de ahí salió Lanid con una ropa casual. Bajó por la escalera con llave en mano y abrió el candado de la reja enfrente de mí.

—Ya era hora.

—Disculpa por la tardanza, escuchaba música con audífonos y no me percaté de que me habías llamado.

—No ocurre nada, me hubiera pasado lo mismo. —Carcajeé.

Pasamos por la reja y subimos la escalera.

La sala era bastante grande, a unos pasos al frente habían dos muebles, a la izquierda habían muchos objetos: televisor, mesa de cristal con seis sillas, algunos sillones más, etc. Mientras que a la derecha habían varias puertas, una que parecía llevar a un cuarto, y otras dos que no pude ver a donde llevaban.

Al final de la sala había un pasillo en donde se veía más atrás una puerta de madera y lo que parecía ser una habitación que conectaba a una intersección. No pude ver más allá.

Está bastante bonita.

—Con permiso —dije al pasar.

—Ahora veremos dónde ponemos el portátil. —Caminó hacia el pasillo y fue hasta la habitación, luego volvió junto a una señora—. Nagi, ella es mi madre.

—Buenas tardes —saludaba una señora mayora.

—Buenas tardes, un gusto conocerla.

—¿Cómo te llamas?

—Me llamo Nagi, gracias por la bienvenida.

—De nada, ahora vayan al cuarto. —Miró a Lanid—. Recuerda que nada de jugar juegos de terror con tu hermana ahí.

—Está bien. —Suspiró a la vez que miraba a otro lado. Bastante reacio—. Igualmente no es como si fuéramos a jugar ese tipo de juegos. —Me miró y comenzó a caminar hacia el pasillo—. Ahora ven, Nagi. El cuarto está después de la cocina.

—Ah, vale.

La habitación que conectaba con la intersección resultó ser una cocina, y la intersección tenía tres puertas. Lanid entró en la que estaba a la izquierda.

La habitación tenía una cama matrimonial con mesas de noche en ambos lados, al frente había un escaparate grande y un escritorio de más o menos dos metros de largo y unos centímetros de ancho.

—Tenemos el aire acondicionado puesto, así que no tienes que preocuparte por la temperatura.

—Igualmente no me importaba. —Carcajeé—. ¿Pongo el portátil en lo que sobra del escritorio?

—Claro, te ayudaré un poco.

Minutos después instalamos a Moju. Al encender e iniciar sesión, no había ningún mensaje. No le di importancia y pregunté:

—¿Tienes alguna memoria o algo para pasar el juego a mi portátil?

—Sí, sí, tengo un disco duro. —Sonrió sin saberlo, se vio algo lindo—. Iré a recogerlo.

Salió del cuarto en solo unos segundos y cerró la puerta.

Me quedé sola, por lo que miré la portátil. El bloc de notas se abrió y apareció un mensaje:

—Pensé un poco; pero todavía no tengo ni idea en qué puedo ayudarle, ¿qué hago?

—Podrías si quie-

La puerta se abrió y di un brinco del susto. Quité el bloc de notas lo más rápido que pude.

Me volteé y observé.

Una niña con el mismo color de pelo y ojos igual que Lanid entró, también era igual de delgada. Ella era un poco diferente ya que tenía rasgos de niña y más cachetes que él.

—Hola, ¿eres la amiga de mi hermanito?

—Ah, sí, soy su amiguita. —Sonreí. Me agradaban los niños—. Tú eres la hermanita de Lanid, ¿no?

—Sí… —Se quedó en silencio, tardó unos minutos en volver a hablar. Me quedé esperando su respuesta—. ¿Y qué van a hacer ustedes?

—Mm, jugaremos juntos a un juego de disparos.

—¿Juntos? ¿Cómo es eso?

—Es con un cable que se conecta desde mi pequeña computadora a la de tu hermano, ya después hay que ver unas cosillas y eso.

—¿Yo puedo jugar?

—Claro, lo que obviamente si te dejan.

Ella se acostó en la cama y se mantuvo callada. Se quedó observándome y a veces miraba su celular.

Pasaron unos minutos.

¿Por qué Moju no dice más nada? ¿Le habrá pasado algo?

Abrí el bloc de notas y escribí:

—¿Estás ahí?

Cuando terminé, un mensaje de respuesta llegó.

—Sí; pero es que está esa chica presente. No quería molestar y ser descubierto ya que usted me lo ordenó.

Escribí lo más rápido que pude.

—Vale, solo quería comprobar.

Cerré el bloc de notas y esperé otros minutos.

¿Por qué tarda tan…?

La puerta de la habitación se abrió y por al lado mío pasó Lanid, este puso un disco duro verde en el teclado.

—El juego ya está en el disco —aclaró mientras se sentaba en la silla frente al escritorio—, así no nos tardamos de más.

—Oki doki.

Conecté el disco duro y se mostraron montones de archivos de anime, mangas, películas y videojuegos.

De no ser porque tengo algo llamado autocontrol, podría haber gritado de ver tanto. Juraría que podría estar de por vida viendo todo eso.

Fingiendo normalidad, cliqueé la carpeta de juegos y aparecieron montones, algunos como LiLih, que no eran muy conocidos, y otros que eran el caso contrario, como por ejemplo: The Call of the Duty, Monday Day Fankin, OutsideTale, etc.

Logré encontrar Haelo y estuve a punto de abrirlo.

—Espera, Nagi. Hay que conectar el cable LAN primero.

—Ah, perdón. Se me había olvidado. —Carcajeé un poco mientras rascaba mi pelo.

Lanid alzó su mano hacia un cajón que tenía el escritorio, de ahí sacó un cable que insertó en su computadora y en mi portátil.

—Creo que con eso sería suficiente. —Llevó su mano a la barbilla—. Aunque puede que tengamos problemas con la IP.

O también con que pueda ser aburrido.

Pese a que le tenía esperanza al juego, ocurría que me daban unos pequeños espasmos que me hacían algo pesimista. Había estado tanto tiempo sin tocar un shooter y podría aburrirme si todo fuese fácil.

Miré a los ojos de Lanid.

¿Por qué está tan confiado? ¿Piensa que me va a ganar fácilmente?

En ese momento entrecerré mis ojos y luego sonreí.

Bueno, mejor comprobarlo.

—Bien, entonces entraré al juego.

Cliqueé la aplicación y se escuchó una canción a modo de ópera, luego apareció un menú con opciones de un solo jugador, multijugador, etc.

No tardé en crear un servidor, en este podía escoger mapas y la skin del personaje.

¿¡Qué!? ¿¡Qué!? ¿¡Qué!? ¿¡Qué!? ¿¡Qué es esto!?

Me quedé pasmada.

—¡Esas son skins de personajes de novelas que he visto! —Señalé la pantalla.

Eran robots, una de silueta femenina y otro masculino. Una tenía ropa blanca al igual que su pelo, aunque este último tenía una línea azul en uno de los mechos. La ropa era casual y sus ojos eran azules, además que no tenía un dibujo complejo, según el juego, se denominaba Kiki.

El otro robot me era más conocido.

¡Es de una de las novelas que escribe un personaje de mi novela! ¡¿Cómo llegó ahí?!

—¿Pasó algo? —preguntó Lanid. Miró mi pantalla y notó las skins—. Guau, ese bug nunca lo había visto.

¿¡Habrá sido Moju!? ¡Ay, qué vergüenzaaaa!

—Bu-bu-bu-bueno, digamos que fue casualidad o que añadí algo sin querer. —Noté que su mirada no cambiaba, aunque sospeché que en realidad él creía que ocultaba algo—. ¿Ya te conectaste?

—Sí, ahora mismo. ¿Estoy por la zona?

—A-ajá, estás a mi vista. —Carcajeé en disimulo.

—Vale, ignoraré lo anterior. —Se sentó correctamente—. Empecemos.

—Bien… —Internamente me gritaba a mí misma que iba a perder por la suma vergüenza de que estuviese viendo a uno de mis personajes.

¿Y si me llegaba a decir que era feo?

 

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