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PANGEA - LA REBELION - CAPITULO 1

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  3. CAPITULO 1
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Una gran cantidad de semi-ascendidos (MEZCLA DE HUMANOS Y ASCENDIDOS) llegan hasta el pie de la imponente montaña colorida que produce temor e intriga en todos sus corazones.

Entre la multitud, tres seres buscan una manera de poder ascender sin sufrir daños, pero esta idea parece imposible.

Según lo que estos tres guías habían escuchado en uno de los pequeños pueblos por donde lograron pasar sin sufrir daños en su éxodo.

La montaña era temido y respetado, respetado por la magnificencia que representaba, magnifica porque tenía cumbres de distintos colores mientras que era temida, porque no estaba permitido que alguna forma de vida pueda entrar en sus territorios.

– Ingresemos – rompe el hielo con una frase corta llena de entusiasmo el pequeño Lot moviendo su gran cola felina llena de lunares.

Antes de que Paeck, el gran otorongo hable interviene Dorco

– Quizás tengamos que pedir ayuda primero a Yura.

– Si a eso venimos gran ave, acaso no te das cuenta porque estamos aquí – responde con ironía Lot.

– lo sé- lo sé, pero mira a los demás – el los señala con sus ojos fríos.

Los semi-ascendidos están cansados de tanto caminar, nerviosos por la idea – si podrán quedarse en esta montaña de 7 colores – y si fuera peor, todos parecen tener dolor de cabeza sin alguna razón.

Sin dudar, Paeck el gran otorongo decide ingresar a la montaña sin importarle el dolor de cabeza que siente, piensa – esto debe ser producto de la gran altura en la que estamos -.

En su cabeza no hay nada más que dolor, preocupación y sentido de deber con su pueblo que ha ido creando a lo largo de este éxodo mestizo, producto por no tener un lugar al que pertenecer.

La presión que la montaña de 7 colores ejerce, afecta su cuerpo tornándolo cada vez más pesado para poder caminar.

El cuerpo tonificado del guerrero otorongo parece no poder seguir avanzando, por que se ha quedado estático luego avanzar un metro.

El aprieta los dientes por la rabia e impotencia que siente al no poder moverse más y pensar en todas las esperanzas que tiene su pueblo mestizo puestas en él.

Como si fuera forzado a echarse, el cae de golpe al suelo árido y colorido, sus patas de felino no pueden seguir, pero dentro de él, su espíritu de lucha no se ha dado por vencido. los recuerdos de todas las adversidades que ha superado junto a sus amigos, la idea de mantener a salvo a su pueblo y a la mujer que ama le proporcionan fuerzas para seguir adelante.

Con mucho dolor, soportando el viento helado y añejado a tierra húmeda de la montaña se inclina, planta la primera garra en el suelo como un ancla, luego la otra, y así sigue avanzando a rastras.

– Mi señora APU, usted sabe quiénes somos y sabe lo que buscamos. señora Yura. muéstrate por favor – son las palabras que pronuncia a duras penas entre ese semblante de lucha que trae en el rostro.

Atrás de él, todos observan con grandes expectativa respecto a su líder, el que los ha librado de muchas penumbras y guiado a una mejor vida.

Lot es el más impaciente entre todos, en especial entre él y Dorco, quizás es porque ambos son felinos y por esa razón siente un vínculo especial con Paeck.

Por lo que el pequeño ocelote decide ingresar con mucha confianza, aunque sabe que no duraría más que Paeck.

– ¿a dónde vas? tenemos que resolver que es lo que quiere el APU para poder negociar con ella – dice Dorco serio al ver que Lot sigue los pasos de Paeck.

Lot solo gira, tiene las garras sobre la cabeza, se rasca las grandes y esponjosos orejas que tiene, moviendo su gran cola responde.

– para eso estas tu Dorco, entre todos nosotros tu eres el más racional y sensato- responde con tono alegre, le da la espalda y comienza a subir la montaña colorida.

Pero el cuerpo de Lot, como era en relación con la cadena de familias felinas, su familia es la de los ocelotes por lo que era más pequeña que la de Paeck, al instante cae al suelo.

– maldición! – grita impotente – no voy a dejarlo llevar todo el peso sobre sus hombros- con este grito de superación comienza a avanzar a rastras acercándose a Paeck lentamente mientras que el también sigue avanzando.

– muéstrate Yura – habla sin mostrar algún respeto alguno ante la señora que gobierna la montaña.

Dorco siente demasiada presión ahora, tener a sus dos amigos al frente quienes han puesto su esperanza sobre él, siente que es demasiado para un simple semi-ascendido como él.

Luego de unos segundos de pensar, Dorco se dirige hacia los suministros del pueblo nómada que han formado durante este éxodo mestizo través de las 4 regiones.

Con sus grandes alas tomo hoja de coca echándolo en una bolsa de cuero, y una botella de agua ardiente.

Entre sus conocimientos. él sabe que para negociar con los APUS siempre tienes que llevar una ofrenda, y sabía que la coca representa el pacto que alguna vez habían hecho los dioses en esta región con todos los seres vivos.

Dorco, con su gran cuerpo emplumado, el gran cóndor ingresa y sigue los pasos de sus amigos, al ser un semi-ascendido de la familia de los cóndores su cuerpo está adaptado a la presión debido a la misma fuerza que siente cuando surca los cielos.

Camina con dificultad hasta llegar junto a ellos.

Sin dudar, maneja sus alas como brazos y roseo la hoja de coca en todo el lugar, y riega las mismas hojas con el agua ardiente.

-Señora Yura, APU gobernante de la magnífica montaña arcoíris, yo un humilde semi-ascendido de la familia de los cóndores le ruego que se muestre ante nosotros y dialoguemos por favor. se lo suplico – sin necesidad que la presión que ejercía la montaña lo obligue a arrodillarse, él se arrodilla inclinando la cabeza al suelo.

Atrás, la multitud de semi-ascendidos observan con muchas expectativas a sus tres líderes, el poderoso otorongo bendecido por el sol, al alegre ocelote capaz de llevar paz y alegría a todos ellos y el sabio cóndor, quien lleva las buenas nueva surcando los cielos y guía a los valientes.

La incertidumbre crece entre todos ellos al ver a estos mismos tratar de convencer al APU de la montaña para que todos puedan recibir su protección del mundo atroz en el que viven.

Entre ellos, alguien se acerca al frente con mucha prisa, ella sale al frente con sus ojos de color azul cristalizados por las lágrimas que se le escapaban al ver a la persona que ama sufrir.

Ella observa con la esperanza de que Paeck, y sus amigos no sufran ninguna repercusión por parte del APU de la montaña, clama con las manos presionadas fuertemente contra su pecho.

Al ver que nada ocurre, ella decide ingresar, su cabello castaño sujetado con un pequeño nuda se suelta, su cabello termina flameando al igual que su vestido español de color mostaza con la fuerza del poderoso viento que recorre la montaña, sus mejillas claras se enrojecen por el frio que siente y su cuerpo delgado empieza a temblar.

Ella al igual que Paeck y Lot es sometida ante la presión que ejerce la montaña.

– no lo puedo abandonar, le prometí que siempre estaría a su lado – susurra en el suelo.

Dentro de ella, busca las fuerzas necesarias de su cuerpo debilitado para poder avanzar y acompañar al ser que ama.

Empieza a avanzar a rastras mientras deja un delgado rastro de pequeñas gotas como una diminuta lluvia, sus lágrimas eran señal de dolor, dolor por ver a alguien querido sufrir y dolor por sentir como sus huesos junto a sus músculos estaban a punto de romperse.

– acaso este es el poder de un ser llamado APU – susurro.

Todos los semi-ascendidos observan asombradas y con un poco de desdén en parte, porque ella era una simple humana, no una semi-ascendida como todos ellos, además de tener un cuerpo más frágil y aun así ella ha ingresado, con temor de morir por el poder de la montaña.

Esto motivo a la multitud a ascender con temor, ignorando el incesante dolor de cabeza.

En el camino algunos comienzan a arrepentirse, pero los gritos de la muchedumbre y el valor de todos los seres que han subido para dar la cara por ellos, los motiva a ascender por la montaña colorida eliminando la idea de retirarse.

Ella alcanza a un Paeck cansado y sin fuerzas que a duras penas podía mantenerse en esa posición.

El, el fiero otorongo no puede creer lo que su amada Micaela ha logrado, porque, sabe la fragilidad del cuerpo humano sin entrenar.

Sus ojos felinos se dilatan por el asombro y dolor de verla ser sometida por esa maldita presión que se siente en todos ellos, con sus sensibles orejas escucha como sus huesos piden ayuda y que parase todo este dolor sometido a ella.

-De verdad eres – no puede completar la frase por algún motivo así que prefiere sonreír, aunque el dolor en él se mostrara más.

Ella no puede responderle, pero sus ojos azules dicen claramente que ella siempre estaría para él.

La montaña grita inesperadamente, un estruendoso rayo cae en la entrada, justo en frente de los semi-ascendidos que ya han empezado a ascender.

Todos ellos se miran unos a otros demostrando su miedo a la muerte.

Al cabo de unos segundos, ellos se niegan a retroceder y siguen avanzando.

Mas rayos impactan la entrada ocasionando cráteres, pero ninguno impacto a los semi-ascendidos por lo que no sufren daños.

Cuando todos se inclinan dentro del domino de la gran montaña de los 7 colores, las nubes de un color grisáceo empiezan a reunirse en el amplio cielo, casi como si tocaran los picos de la montaña de los 7 colores.

El viento se torna más gélido abrazando a todos con un olor agradable a tierra mojada y hojas de maíz.

– semi-ascendido – un rayo cae en frente de Paeck – ¿que los trae por mis dominios?. acaso no saben que en mis tierras no se acepta a ningún ser vivo –

Las hojas de coca salen volando por los fuertes vientos desapareciendo entre las esponjosas nubes.

– Lo sabemos – exclama Paeck cabizbajo – pero … por eso es que vinimos ante ti, venimos por tu protección señora Yura.

– Mi protección – se escucha la vos suave y dulce descender de la montaña.

Una mujer bella, esbelta con el cabello castaño atada en una trenza francesa, de ojos verdes que representan la naturaleza, con un vestido de los mismos colores que su montaña, piel clara como si nunca habría sido acariciada por los rayos del sol y con algunas marcas verdosas en la piel.

–  Así que mi protección eh – toma asiento en una de las rocas coloridas que hay – díganme que les hace pensar que aceptare a semi-ascendidos en mi territorio – gira la mano en la dirección del agua ardiente vertida. extrayendo así el licor, del suelo emerge una vajilla de arcilla donde deja caer el líquido, bebe y continua.

– por lo que tengo entendido, en los inicios de esta magnífica tierra, cuando se escuchó la noticia de que en la región romana las personas estaban siendo llenadas con la fuerza de criaturas, ustedes, el pueblo andino también quiso ese poder o me equivoco.

– tiene la razón mi señora, pero –

-No me interrumpas cuando hablo. oh pero si perteneces a la familia de los cóndores- mira a Dorco con gracia – le imploraron a los dioses de esta región para tener este poder y pues, ya lo tienen. ahora vienen por mi protección cuando ustedes mismos lo quisieron.

– No es así mi señora – interviene Paeck – esto no habría pasado si los españoles no hubieran llegado con la doctrina cristiana y nos hubieran tildado a todos de demonios …

– No me interesa sus excusas – bebe otro sorbo de agua ardiente.

– Tiene razón mi señora, pero usted habla de acontecimientos que sucedieron hace siglos.

– hace siglos dices … maldición llevo sola tanto tiempo que perdí la noción del tiempo.

– Escúcheme señora. venimos a pedirle refugio por nuestra gente, sabe usted como está la situación, bestias y hombres tienen guerras y ambas rasas abusan de nosotros así que … por favor déjenos quedarnos en su montaña y le prometo que no la decepcionaremos.

Habla Paeck con tono fuerte, levanta la mirada plantándole sus ojos amarillos llenos de necesidad.

– Decepcionarme – exclama ella girando la cabeza de costado colocándola sobre una de sus manos libres. se notaba un poco mareada.

– Si señora APU, la verdad no sé cómo puedo llamarla, pero le digo que nuestra gente de verdad necesita su ayuda, dejemos atrás las malas decisiones de nuestros antepasados y por favor ayúdenos, y nosotros haremos divertida nuestra estancia en su montaña y no estará aburrida – agrega Lot con un tono alegre, sus orejas grandes y esponjosas se levantaron mientras mueve la cola de manera entusiasta.

Todos se han dado cuenta que la presión de la montaña había decaído, pero por temor y respeto seguían en el suelo.

– aburrido ehh – dice ella poniéndose de pie, camina en dirección a el y toco sus orejas esponjosas – sí que son suaves como dicen los demás.

Dorco se coloca de pie y se dirigie con paso firme hacia ella – escúcheme – dijo con el tono frio e imponente que lo caracteriza.

– Hmh, no dije que podías ponerte de pie- arremete ella contra Dorco.

Con el dedo índice, bajo el dedo y deja caer una gran presión sobre el gran cóndor.

– Así que ustedes siguen siendo tan arrogantes, los cóndores son las aves más cercanas a los dioses en esta región y por esos se creen tan engreídos o se creían – rie – hasta que mi hermano los maldijo, cierto es raro verte aquí, me pregunto qué haces aquí y que dirá mi hermano, si mal no recuerdo ustedes están condenados a vivir en soledad siempre en el aire – se mofa ella de Dorco, mientras que el sigue luchando para no ser sometido.

– Lo sé, pero no me importa lo que diga el – refuta con mucho dolor mientras todos observan atónitos – de momento esta gente es lo que importa – los señala – puedes darnos refugio en tu montaña – recalca.

– Está bien, acepto – responde con una actitud diferente, su personalidad ha pasado de alguien que disfrutaba del dolor ajeno a una más compresiva.

Al mismo tiempo retira la presión ejercida sobre Dorco, dejando así de atacarlo.

– Pero ella. ella es una humana, díganme, yo aceptare solo a semi-ascendidos, pero y ella, ¿qué harán? – lanza una mirada maliciosa hacia la única humana del grupo

– Dime humana ¿cómo te llamas? – pregunta.

– Micaela señora – responde tamida y respetosa alzando sus ojos hacia el APU que había puesto su atención sobre ella, noto que Yura emanaba un aura verde.

– Micaela … hmm me suena a nombre español acaso.

– Si señora, soy una mestiza como todos aquí, discriminada por ambas sociedades, la andina y española.

– Ya veo. bien Micaela dime ¿porque estás aquí? – pregunto ella intrigada – no eres como ellos así que ….

– mi señora – observo a la multitud que miraban con incertidumbre a Yura

 

Micaela se coloca de pie y con determinación saca el cuchillo que traía escondido en su cinturón, camina imponente hacia ella como si una asesina con deseos de sangre enfrentara a otra asesina.

– Ya veo, ¿y que harás humana con ese cuchillo, acaso piensas clavármelo? – pregunta una curiosa Yura con sus ojos verdes a la espera de las acciones de Micaela.

Ella gira un momento, observa a Paeck en el suelo-

– Te amo mi dulce minino y esto lo hago por ti, por todos ustedes, quienes me acogieron sin juzgarme en su comunidad.

Vuelve hacia Yura, sus ojos están llenos de determinación y no parecen querer echarse hacia atrás.

– ¿Qué harás? – recalca.

– Sé que no pertenezco a ellos, también sé que para ustedes los seres divinos, siempre están deseosos de ver un espectáculo por lo que yo me ofrezco como sacrifico a usted. para que pueda realizar el pacto de protección por medio de mi sangre.

– Ya veo – responde Yura.

Micaela no esperaba menos de un ser divino, quienes no tienen en cuanta los sentimientos o vidas de los mortales.

Ella lleva el cuchillo en lo alto con las dos manos, aprieta con firmeza, su respiración se acelera, cierra sus ojos y siente como el viento helado de montaña añejado a muerte ingresa a todo su cuerpo, suelta un gran suspiro mientras piensa – si esto era lo mejor que puede hacer –

Los segundos se tornan eternos hasta que cumple su cometido, deja descender sus brazos.

El cuchillo corta instantáneamente su vestido y su vientre, la lámina metálica no es suficiente para cubrir la herida por lo que dejo escapar la sangre como un rio desbordándose

 

Ella se queda de pie unos instantes y luego cae sobre sus rodillas – me ofrezco como sacrificio – empieza a soltar susurros débiles que van perdiendo fuerza a través de los segundos.

El semblante de Paeck se torna oscuro demostrando que en su interior la rabia y pena lo inunda ocasionando que tenga ganas de arremeter contra Yura.

intenta ponerse de pie y correr a ayudar a Micaela, pero Dorco junto Lot lo retienen sujetando sus brazos, moviendo la cabeza ambos de costado a costado.

Ellos saben lo que puede pasar si se le falta el respeto a Yura y más aún lo que ella puede hacerle al pueblo que tanto quieren proteger y por el cual Micaela dio su vida.

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