PANGEA - LA REBELION - CAPITULO 2

Micaela yace sentada de rodillas con los ojos fijos en el triste cielo gris, el mismo que actúa instintivamente ante su fatal accionar dejando caer la primera gota de lluvia a sus pómulos humedecidos por las lágrimas llenas de nostalgia que dejaba escapar.

El sonido se escucha en toda la montaña, los pequeños riachuelos se formaron alrededor de todos los semiascendidos que presenciaban la penosa escena en frente, los riachuelos matizan los colores tenues de la montaña en un gris cristalino que arrastra todo a su paso.

Micaela no despega la mirada del cielo fúnebre que le da la despedida de esta lucha, la sonrisa en sus labios sigue intacta y sus ojos cristalinos están llenos de tristeza y amor.

Los fuertes vientos de la montaña acompañan con un silbido la fúnebre canción producida por el cielo, formando un coro.

El mismo coro que resuena en la cabeza de Micaela quien lentamente deja caer su parpados.

Recuerda una vaga situación de su niñez, una escena que no se podría acercar a la alegría, es más, cualquiera diría que es la peor escena que podrías tener en mente cerca cuando estas muriendo. Pero de alguna manera esta escena la conmovió y siempre la mantuvo en su corazón y mente.

Esta misma escena era la cual llenaba de consuelo en los tiempos difíciles que tenía que vivir a lo largo de su vida.

Tan solo ella y su madre, ambas sentadas en un callejón, iluminadas por un débil faro que se reusaba a morir ante el abrazador viento y la fuerte lluvia que caía y empapaba a todos sin discriminar.

Tan solo ambas mujeres, madre e hija, ella una niña pequeña que se aferraba a su madre, preguntándole por que no regresaban a casa y por qué papa no la volvería a cargar entre sus brazos.

Su madre solo podía sonreír y acariciar sus delgados cabellos atados en una trenza para que no se extiendan más de lo largo que estaba.

Su corazón se afligió, estrujo todo su ser como si estuviera punto de reventar.

Micaela empezó a tararear, la melodía que siempre le tarareaba su madre cuando amabas se abrazaban y se encontraban en esa situación, ella tarareaba lentamente casi sin poder emitir sonidos, pero en su imaginación, escuchaba que la montaña, el cielo y los fuertes vientos acompañaban su fúnebre tarareo.

– madre. por fin pude hacer lo que tú siempre me enseñaste, darlo toda mi familia y por …

Su vos se apagó antes de poder completar la frase, el recuerdo de un Paeck más joven y amargado le lleno de júbilo su corazón y más aún el recordar la primera vez que se conocieron.

Ella, defendiendo a uno pequeños semiascendidos de unos mercaderes quienes los acusaban de ladrones, pero no podía hacer nada por ellos por lo que tuvo que dar sus últimas monedas debido a que ambos niños robaron un poco de comida.

Dejando de lado todos los problemas con los que vivía decidió darles, pero al ser una mestiza entre ambas razas, española y andina simplemente sufría abusos por parte de todos.

Hasta que, en una noche lluviosa, lleno de rayos que producían un gran espectáculo en cielo oscuro, su vida fue iluminada por el mismo minino a quien juro amar, quien la defendió y se le ofreció un lugar en su comunidad mestiza.

– sí que es una pena – dejo caer su cabeza al costado, lanzo su cálida y débil mirada a Paeck quien yacía tirado en el suelo, ambas miradas se cruzaron como la primera vez que se conocieron.

Solo pudo ver dolor en los ojos de Paeck, los cuales decían – suéltenme.

– es una pena, porque no poder ver lo que tanto soñabas en construir a mi lado … mi … amor.

Yura sigue en frente de ella, bebe otro sorbo del agua ardiente que tiene en la mano mientras mira con gracia a esta humana, esta mortal quien sin preguntar si es que había la necesidad de un sacrificio, no dudo en sacrificarse.

Quizás ella, quizás Yura fue la que ocasiono que el cielo empiece a llover, debido a que se siente un poco conmovida por tal escena.

– ¿porque sonríes aun … si estas muriendo? – pregunto ella empapada, con las lluvias mojando el suelo de su preciada montaña arcoíris como si fueran lágrimas en su piel.

– ¿porque sonríes Micaela? – pregunta un poco emocionada e intrigada por la actitud de la mortal quien se ha clavado un cuchillo en el vientre.

– …-

Micaela no puede responder, pero sus ojos responden por ella, los mismos ojos que no apartan la mirada de su desesperado amor quien lucha por tratar de liberarse y socorrer en su ayuda.

– ya veo … la verdad el amor puede hacer que alguien cometa una locura no lo crees – Yura sonríe de manera contradictoria de oreja a oreja mientras observa como Micaela se desangra a una velocidad considerada.

Yura levanta la mirada a todo el pueblo, quienes tiemblan en el suelo por el frio que hace y por temor a lo que ella pueda hacer.

Algunos murmullos sobre el acto de Micaela se hacen escuchar débilmente, son llantos que reflejan el dolor de un pueblo por la muerte de alguien a quien estimaban.

Ella se centra en Paeck quien simplemente esta sobre el suelo, su pelaje fino de color amarillo con lunares oculta sus ojos y deja caer gotas gruesas de agua, su camisa blanca se torna trasparente revelando así su fornido cuerpo lleno de cicatrices.

El feroz otorongo de apariencia salvaje exhala con mucha fuerza despegando pequeñas cantidades de vapor de su boca, ahora luce exhausto de tanto luchar para poder liberarse, pero la fuerza de Dorco y Lot es lo que lo mantiene apresado en su lugar, apresado y tirado sobre el suelo.

Ella planta sus ojos verdes sobre él, siente interés en todo lo que está sucediendo, es más siente curiosidad de como un semiascendido se pudo enamorar de una humana y se pregunta – acaso el mundo esta tan retorcido que el amor justifica todo.

Los segundos pasan y ella no le quita los ojos de encima a Paeck, debajo de su cabello mojado nota su ira creciendo añejado con el dolor y la desesperación de perder a alguien amado por él.

Sus ojos verdes notan algo extraño en él, puede ver como un aura rojiza envuelven sus felinos ojos y ve como su cuerpo se va tornando a una imagen más cerca a la de un ascendido, un ser más salvaje que el actual.

Sorprendida por este acto ella se mantiene a la espera de las siguientes acciones que podría realizar Paeck.

Le causa intriga si el podría sacrificar todo por lo que ha luchado por solo el hecho de correr a ayudar a su amada, si lanzaría todo a la basura por salvarle la vida, si se revelara en contra de todos y así poder ir a atacarla.

– siempre pensé que en el mundo todos queremos ser los héroes, pero al final terminamos convirtiéndonos en el villano de todos los demás porque no podemos sacrificar lo que amamos, así que Paeck dime… serás el villano de tu pueblo.