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The Cryptohunter - Enigma 0

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Bueno… no sé por dónde empezar.

Desde que tengo memoria, crecí en un orfanato.

¿Mis apellidos? No sé nada de mis padres, orígenes ni identidad.

Siempre he considerado que tengo un asco de vida, además todos me juzgan sin conocerme. Me han catalogado como un vago sin futuro.

Un parasito para la sociedad.

No esperar nada bueno de mí.

Recuerdo esas las comidas en el orfanato. Nunca eran la gran cosa: sopa de tortilla, frijoles refritos, algunas verduras y si teníamos suerte habría un poco de carne. Aun así, siempre agradecía por lo que me brindaban. Por lo menos tenía que comer y un techo donde vivir. Gracias a esto, pude desarrollarme y tener mi estatura actual. Aunque me hubiera gustado, por lo menos tener un poco más de músculos, así hubiera podido defenderme…

A los chicos mayores, les desagradaba por completo mi cabello y ojos grises, adoraban molestarme y burlarse de mí, me hacían y decían de todo. Y aunque le dijera a alguien, nadie me creía. Todos me ignoraban.

No había día que no recibiera, ya sea golpes, empujones o jalones. Parecía que era un juguete para ellos, un simple entretenimiento. Su frase favorita para fastidiarme era: “Tus padres te tenían tanta la aberración, que por eso decidieron abandonarte”, con esa frase siempre remataban todo lo que me hacían.

¿Qué tus padres no te quieran? Eran unas palabras muy hirientes para cualquier niño de mi edad.  En mi interior, estaba roto. Pero, estaba seguro de algo, si les demostraba el más mínimo indicio de debilidad, un simple e insignificante llanto, ellos obviamente seguirían. Por eso, por más que me molestaran, mi única opción era la de tragarme todo mi llanto y aguantar.

Si lo vemos así. Creo que al final…

No fue una gran infancia.

Por todo esto, decidí buscar una forma de animarme.

Si no había nadie, para mí, por lo menos yo sería feliz a mi manera.

Comencé a realizar algunas tareas en el orfanato, recibía una pequeña paga y ahorraba todos los días. Cuando juntaba lo suficiente, me encantaba ir a comprar tarjetas coleccionables de Seekretrs, un juego que te mostraba las cosas fantásticas de diferentes partes del mundo. ¿Muy friki?

Pero …

Por mi pequeña mente, pasaba un: “Desearía haber vivido, todas esas historias y aventuras”.

Por eso al tenerlas en mis manos…

Imaginaba que era un cazador.

Viajaba por todo el mundo, enfrentaba grandes y peligrosas bestias, rescataba hermosas chicas, tenía un grupo que me entendía y aceptaba tal cual era. Esos dioses, semidioses y personajes astutos, podían afrontar y librar todo. Pero al final, esto no era más que una fantasía, que, por unos escasos minutos al día, por lo menos servía para alejar toda tristeza de mí.

Por desgracias, este bello momento no duraría mucho.

Un día, mientras la directora me mandado al mercado a comparar la despensa; mis bully, con el afán de molestarme. Husmearon mis cosas. Y si…

Encontraron mi tesoro y una vez en sus manos, fueron por mí y …

Las destrozaron justo delante de mis ojos.

Al oír y ver como el papel era rasgado y que caían al suelo. No lo veía como cartas en ese momento, para mí era ver como mis ilusiones se desvanecían, mi única felicidad era destrozada.

«¿Por qué todo esto me tenía que pasar?» …  «¿Qué es esto que sale de mis ojos?» …

«¿Lagrimas?» …

«¿Acaso esto… es el sentimiento llamado tristeza?»

¿Pero qué más podía hacer?

Por ese entonces, yo era demasiado débil.

Lo único que estaba en mis manos, era orara todos los días, para que esto acabara pronto. Simplemente mi único deseo, era ser adoptado rápido, para acabar con este martirio.

Pasaron los años…

Veía como se iban y venían niños.

Al final…

En todo este tiempo…

Nadie me adopto.

Mi vida ya era un caos total.

Hasta aquel día en el que descubrí, la frase que me cambiaría por completo.

“Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”.

No entendía mucho, pero sentía que era para mí. Finalmente había encontrado, el motivo a salir de este gran hoyo. Por fin, todas estas burlas hacia mi podrían acabar.

El día donde la justicia se aplicaría había llegado. Junte todas mis fuerzas y valor para afrontar a mis bully.

– ¡¡¡Gane!!!

Ahora yo era una nueva persona, nadie más me molestaría.

Esto que sentía, era ¿alegría? … Deseaba que alguien se acercara a felicitarme. Por fin puede defenderme…

– ¿Vieron lo que les hizo a esos chicos?… ¿Quién desearía a un chico como él?…

– Pobres chicos, vean como los dejo…

– No es más que un abusivo, es como si una bestia se apoderara en su cuerpo por completo…

– Si no le dan una corrección rápida, en el futuro se convertirá un gran problema …

«¿Por qué los están ayudando?» «Todo este tiempo, yo fui su víctima»

Sentía como todas esas miradas, recaían sobre mí; y al escuchar todo lo que decían las personas sobre de mí, entendí todo.

El odio hacia mí, no había regresado, siempre había estado.

Si este no es mi lugar ¿Qué estoy haciendo aquí?

Padres, ¿enserio tanto les horrorizaba?… Si es así ¡¡¿Por qué me tuvieron en primer lugar?!! … ¿Qué no hay un lugar, al cual de verdad pertenezca?

Una vez más, volví a mi agujero. No sabía qué hacer.

¿De verdad, soy un problema?… Bien … ahora verán que no se equivocan.

“¡¡¡Quien embauca al embaucador tiene 100 años de perdón!!!”

Descubrí que tenía una gran habilidad para robar. Mis dedos, se movían como una serpiente en busca de su presa, era tal mi sigilo que nadie se daba cuenta cuando lo hacía. Seguramente, esta gran habilidad era el único regalo que recibí en esta miserable vida.

En fin, me divertía mucho haciendo esto. Pero…

– ¡Hey Ikal! ¿Cómo estás?… *aaaaah* ¿otra vez te molestaron? No estés triste…. Mira alégrate, hoy te invito a comer. ¡Vamos por un especial!

Había alguien, que siempre intentaba estar ahí. La persona que me encontró en ese edificio en ruinas, aquella noche de hace 16 años, Dainzú Sakani.

– ¡Cuántas veces te he dicho que robar, no es tomar las cosas prestadas!

Y aunque es muy estricto, le debo esta segunda vida a él. En aquel entonces, el solo tenía 14 años, por eso no me pudo adoptarme. ¿Acaso él era, el motivo por el que nunca caí en la desesperación total?

Fue gracias a él y a sus conexiones, que pude tener una buena educación. ¿Favoritismo? ¿Simpatía? *Pfff*… como sea … actualmente curso el 2do semestre en el bachillerato González-Casanova, aquí en Azcapotzalco, CDMX.

Aunque … para mí, la escuela, siempre ha sido un verdadero fastidio. Durante este tiempo, siempre he detestado escuchar los sermones de todos los profesores. Parecen disco rayado.

– Aunque la comunidad científica lo niegue, yo el Dr. Karl Rotker les digo que este mundo. ¡¡Está lleno de cosas fantásticas y paranormales!!

Veamos …. no tengo alguna clase favorita: las matemáticas me estresan, ver tanto número me marea; la gramática, la odio desde que escribí una carta para una chica, para que al final se fuera con otro chico; las ciencias, siempre me han traumatizado el gran tamaño de sus libros, fácilmente esas cosas podrían usarse como arma.

*Pfff*… ¿quizás?… mi habilidad atlética, es el segundo gran don que poseo. Era tan rápido y resistente, que todos los selectivos me querían. Al final, elegí atletismo, esto me serviría para practicar. Todos los que intentaban perseguirme, parecían caracoles. Aunque, no debería de insultar a esas pequeñas criaturas.

En fin… las clases deportivas, eran al aire libre y gracias a que mi profesor, se la pasa sentado y comiendo… «¿Por qué mi profesor es alguien gordo?» *aaaah* en fin … he podido escaparme y conseguir algo de mercancía para vender.

Agradezco que por lo menos, en la preparatoria tengo un poco más de libertad.

Mis mejores compradores son mis propios compañeros, aunque también tengo clientes fuera de la escuela. Esta es mi manera de ganar dinero fácilmente. Soy un chico en pleno crecimiento y necesito alimentarme. Aun así, evito meterme en problemas, no robo nada que me comprometa.

*Aaah*… por cierto, pude falsificar la firma de Dainzú, y conseguí un departamento aquí en Azcapotzalco. No tengo gran cosa, solo un viejo colchón, una mesa de esas que dan de propaganda, unos botes que uso como silla, un frigobar que alguien desecho y como armario junte unas cajas de madera. Al final, lo importante, es que uno se sienta cómodo ¿no? Mi yo actual, no se preocupa por ser pobre, pero cuando me haga rico, *jajaaja* me reiré de esto.

*Mmmmm*…. creo que, aun le debo algo de renta a Don Jaime … bueno eso, puede esperar.

En fin, esa es mi vida…

La vida de un ladrón.

¿Qué hago de mi vida ahora? Pues…

Por el momento, me encuentro escapando de esta multitud. *Aaaah* como me aburren estas persecuciones inútiles, prefiero distraerme en algo mientras escapo.

–¡Qué no escape! ¡Esta vez lo atraparemos! –se oía que decía, un grupo de personas de tras de mí. «Vaya, sí que tienen esperanza. Mmm… una tortuga fácil les ganaría».

Como llevaba unos metros de ventaja, saque una botella de agua de mi mochila. –Vamos, solo estamos calentando. Hagan que me esfuerce un poco más –con una sonrisa burlona, me dirigí a mis perseguidores.

–¡Yo mismo te mandare a la correccional! – esas palabras venían del policía que iba comandando al grupo.

–Lo dudo, ¿quizás cuando el Javo Martínez, sea presidente? Y, aun así, no podrás alcanzarme. Pero si lo haces, te invito una Icy-cola ¿Qué dices? – después de eso volví a correr. «Tratare de despistarlos ¿qué opción tomo? … ¡Ya se!»

–¿A dónde se fue? –la multitud estaba confundida, se preguntaban el paradero del chico.  –¡Ya lo vi! ¡Se metió a ese callejón! ¡Síganme! –dijo una de las personas.

Era su día de suerte. Cuando entraron, vieron que un muro cerraba el paso, era un callejón sin salida. Frente a todos ellos, resaltaba una silueta, por fin atraparían a ese escurridizo chico. –Lo intentaste, pero todo tiene un límite. No te sientas mal, abogare por ti –decía el policía, mientras se acercaba lentamente a aquella silueta, y cuando tomo uno de sus hombros –¡inshe mocoso, lo volvió a hacer! –no tenían tan buena suerte. Era un simple maniquí, y en su cara estaba pintada una cara sacando la lengua.

Del otro lado del muro, se podía ver a un chico colgando.

–Sí que se nota, que soy latino –dije mientras me descolgaba del muro. –Bueno, creo que ya es hora –dije mientras miraba un reloj que recién robé.

Me dirigí hacia el kiosko en la Alameda Central. En el interior del parque, ya me estaban esperando un grupo de chicos. – ¡Quiúbole nuestro Ikal! ¿Trajistes, la merca? –preguntaron cuando me acerque a ellos.

–Awiwi, y darle que es mole de olla –mientras les iba mostrando la mercancía de mi mochila. Alguien pregunto –Oye, ese modelo me gusta. ¿Cuánto quieres? –esa voz era inconfundible, y por su tono, estaba enojado.

Me di la vuelta y –Ooooohla Dainzú *jajaja*, que coincidencia verte por este lugar.

– Ya le cayó el chahuistle al Ikal, ahí nos vidrios –rápidamente, se alejaron de mí. Estire mi brazo al ver que se iban. «Vuelva, no me dejen».

A pesar de no decir ni una palabra, su mirada era muy irritante. Ya se para dónde va esto, hice un ligero silbido y me despedí de él –Bueno creo que me iré. –en ese mismo instante me tomo del hombro derecho, y exclamo –¡A dónde Barrabás!

–Este… debo ir, a hacer unas entregas. –en ese mismo instante, arrebato mi mochila. –¡Oyeeeee! Eso es mi… oh ¿Cómo llego eso ahí? –abrió mi mochila y vio todo lo que había. Me miró fijamente –¿No te he enseñado nada en este tiempo? robar es malo, ¡no sé porque siempre haces lo mismo! Que seas muy escurridizo, no significa que debas de hacer esto, para vivir.

–*Aaah*… tú también me vas a sermonear. Ya relájate, nadie sale herido. Además, tengo deudas que …. –me interrumpió –Y ahorita que recuerdo ¿Qué no se supone que estas en la escuela?

Respondí con un tono orgulloso –Si, en eso no te equivocas. Estoy tomando clases en ¡La escuela de la calle! Te gustarían mis notas, soy un alumno destacado en… –no me dejo continuar, me dio un golpe con su puño en la cabeza. –¡Maldito idiota! ¡Ve a la escuela real! –frotaba mi cabeza del dolor. –  *Aaaaay*, eso sí que duele. ¿Y porque te enojas?

–¡Cómo no me voy a enojar! –me agarro de una de mis patillas y nos movimos. –*Ay*… *Ay*… *Ay*… Eso duele, detenteee…

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