The world will go on without you. - Capitulo 01- Este lugar
Salgo rápido del sistema de túneles recién cavados.
Derribo los agujeros por los que paso con mi maquinaria para evitar que aquello que dijo Ari no pasase del hormiguero. En consecuencia, tomo la ruta más larga para regresar a casa.
Tardamos alrededor de un día para salir de aquel laberinto de túneles.
Tal vez suena estúpido que hubiera hecho todo esto sin verificar si la amenaza existe; pero sea lo que sea, no pasará tan fácil de los túneles colapsados. Dejando eso de lado…
No recuerdo haberme presentado.
Me llamo Yoru Esteller; tengo 16 años; soy piloto de Worker: unidades pesadas de minería profunda. No recuerdo mucho de mis padres, solo sé que también eran pilotos y que murieron en un derrumbe…
Aquella especie de babosa que me mira desde el tablero de control se llama Ari. Nos conocimos hace pocas horas. Ella dijo que escapa de algo.
Dado lo raro de esa situación terminé creyéndole.
Mientras volvía con ella al hormiguero el silencio se convirtió en conversación…
— Tú… ¿Tienes familia, sabes lo que significa? —pregunto mientras hago gestos con las manos.
—Familia, madre y padre. Familia y soldados pelear con esas cosas siempre. No verlos mucho. Nos parecíamos mucho en ese aspecto, tal vez no formo un vínculo muy fuerte con ellos; sin embargo ella mencionó algo de soldados.
»En el hormiguero también solían existir para pelear contra amenazas o mantener el orden, pobre…, lo más probable es que haya huido sola. Aunque última vez que ver… ellos pelear para protegerme, madre correr, padre pelear.
»Madre esconderme en grieta para que yo huir, y ella ir con padre.
—Y llegaste aquí por esa grieta…
Ella asiente.
—Familia, ¿no verla de nuevo?
No pude responder a aquella pregunta que buscaba encender esperanza en ella.
No sé qué decirle, ni yo sé qué hacer en este momento.
—¿Y tú? ¿Familia? ¿Tienes? —pregunta de manera repentina.
Me planteo si puedo tener una charla con esa criatura.
—Mis padres murieron cuando yo era pequeño.
—¿Ellos defenderte?
—No, trabajaban haciendo túneles en búsqueda de… —Me rasqué la barbilla—. Mm.
Debo decirlo en palabras simples.
—… Buscando materiales para crear herramientas… como en la que estamos.
—¿Cómo?…
—Bueno, estas máquinas están hechas para…
—¿Cómo murieron tus padres?
—…
—…
Hubo silencio un par de minutos.
—No lo sé a ciencia cierta. Solo que hubo un derrumbe mientras buscaban materiales. Nunca pudieron encontrarlos, ni sus cuerpos o sus máquinas. Eso dicen los viejos…
—¿Los buscas?
—…
No di respuesta, ella atinó. Me volví piloto de Worker solo para buscarlos.
Pero todos estos años cavé y cavé.
Nunca los pude encontrar.
Cuando busqué en la base de datos de la mina acerca del incidente, me encontré con que estaban clasificados y que fueron perdidos hace mucho, sabía que algo estaba mal; pero no quería perder la esperanza…
No aún.
—S… sí… Estoy buscándolos…
Cuando miro a Ari, ya ella no estaba sobre el tablero.
Se trasladó, con gran sigilo, al interior de la bolsa en la que guardo mis alimentos.
Se había traslado, con gran sigilo, al interior de la bolsa en la que guardo mis alimentos.
Está… ¿está comiéndose todo lo que hay?
—Oye, oye… Eso es mi…
Asoma su cabeza de la bolsa, cubierta de migajas.
—¿¿¿???…
—No es nada…, cuando lleguemos cuéntame qué es exactamente de lo que huías.
—Sí…
Cierra los ojos al decirlo, ¿está mostrándose feliz?
Estamos llegando al hormiguero: las puertas metálicas reflejaban las tenues luces del Worker.
—[Identifíquese…]
Suena la radio en el panel de control del Worker.
—¡Yoru Esteller! Worker unidad 23, ¡perforación y exploración!
—¡Y Ari!… —añade asomándose en la mochila.
—[¿Quién dijo eso?]
—T… tengo un poco de gripe, estuve días fuera —respondo nervioso, y luego carcajeo—. Es normal que mi voz suene así en estos casos je, je, je.
—[Entiendo pero… ¿¡¡¡Qué le pasó a tu Worker!!!?]
—Pasaron cosas…
—[¿Cosas?]
—Te lo contaré luego… ¿El jefe dijo algo de mi demora?.
—[Uuy, el jefe está molesto, espera tus resultados. El estará en el hangar. ¿¡Qué tanto hiciste?!]
—Te lo diré luego…
Las puertas se abrieron con lentitud. Eran de metal fundido, con rocas de alta dureza y tan gruesos como el largo de mis brazos, impenetrables para cualquier ser viviente.
Mi Worker entra y escondí a Ari en uno de mis bolsillos.
—Ari —susurro mientras miro hacia ella—, no digas nada.
—¿P…por qué?
—Te diré cuando hablar…
Paso con el Worker por el puesto donde se encuentra el vigilante. Él me mira de manera burlona ya que sabe lo que me espera.
—¡¡Llevaré flores a tu tumba todos los días!! —grita desde su puesto soltando pequeñas carcajadas.
—Cuando acabe te mataré, tarado… —añado con una sonrisa, de tal manera que mi cara se arrugase de manera grotesca.
Sé que había metido la pata y lo que me esperaba; pero solo quería hablar con esa criatura en mi bolsillo sobre aquello de lo que huía. Así que me armo de valor y estaciono mi Worker en su hangar.
Puse a Ari en mi entrepierna, ¿por qué?, bueno… No se me ocurrió otro sitio con los nervios.
—No hagas ningún ruido hasta que te lo diga… —susurro a Ari lo más bajo pero entendible que pude.
Bajo de la máquina y me doy la vuelta.
Que el estuviera ahi me tomo por sorpresa
—Mocoso… —Era una voz tan grave que el metal vibró cuando sonó—. Repórtese.
Tal como si fuera un soldado, me puse firme y respondí con voz gruesa.
Era inevitable comportarse así con ese sujeto que imponía autoridad.
—¡Yoru Esteller, Worker unidad 23, exploración y perforación, señor!
Solo se quedó callado mientras sus ojos me analizaban a mí y a mi máquina.
Su análisis se detuvo en la pieza faltante del Worker.
—¿Qué le sucedió a esta unidad?
—¡El brazo perforador quedó atascado entre dos rocas de alta dureza, señor!…
—¡Con rotar el perforador lubricándolo con agua podría estar libre en unas horas!
—Uugh…
Él lanza un puñetazo en mi estómago al terminar su oración.
Debo darle las gracias a Ari más tarde por comerse lo que hubiera sido mi desayuno, de lo contrario…
—¡No soporto inútiles en mis túneles!, si quieres hacerlo todo del modo sencillo, tú…
—¡¡Se equivoca!! —respondo con la misma fuerza—. ¡La perforación estaba siendo realizada en la zona fronteriza con el manto! ¡¡Realizar una operación prolongada en dicho lugar resultaría letal!! ¡¡¡Señor!!!
Me quedo sin aliento con ese último grito.
Mi jefe no se inmutó; sin embargo, tampoco dijo nada, solo quedó como pensativo.
Después de unos incómodos segundos en silencio, él contesta:
—Entiendo… En esos casos es la mejor opción. Lamento el improperio.
—¡Prometo ser más cuidadoso, señor!
Un asistente aparece con una libreta que posee las nóminas de asistencia, estas solo podían ser firmadas con luz producida por reactoritas.
Esa iluminación era causada por linternas especiales con dicho mineral. Se obtenían por perforadores o pilotos de Worker, eran prácticamente un símbolo de autoridad en el hormiguero.
El jefe me mira fijamente, no me tiene preocupado, esta vez trabajé más de la cuenta, y tenía un poco de reactoritas recolectadas.
—Su firma de luz… —dijo el asistente.
— S… sí…
Busco la linterna en mi bolsillo.
Tras no sentir nada, busco en los demás…
Maldición, perdí la linterna en mi encuentro con Ari. Esta cayó al fondo de los túneles, por la confusión no pude recogerla.
Antes de que pudiese mirar hacia el jefe, ya tenía su puño volando hacia mi rostro.
—¿Dónde está tu linterna?
No puedo decirle lo de Ari aún. Conociendo el temperamento que tiene el jefe, la mataría sin siquiera preguntarse que es ella.
—D… debió perderse mientras retiraba el brazo perforador del Worker, señor.
Me da un rodillazo directo al estómago.
—¿¡Estabas trabajando a oscuras, o qué!? ¡¡¡Solo un imbécil perdería algo tan notorio por un descuido!!!
Él me sujeta la cabeza y la presiona contra el Worker.
—¿¡Sabes lo que costaría fabricar otra así!? ¿¡¡Eh!!? ¡¡¡No tenemos personal para ello!!!
Presiona cada vez más fuerte, ya puedo escuchar las placas de mi cráneo apretarse.
Empiezo a marearme.
—No creeré una excusa tan estúpida…¿¡Dónde está tu linterna!?
Ari, que sigue escondida en mi entrepierna, empieza a incomodarse porque aprieto mis piernas sin saberlo. Ella buscaba liberarse.
—¡¡¡Quiero escuchar una razón válida antes de tres, o me encargaré de que no vuelvas a trabajar en mis túneles!!! —Lo dijo mientras prácticamente cierra su mano en mi cabeza.
—Uno…
Eso me pone más tieso. Y sin quererlo aprieto más a Ari.
—Dos…
Haciendo que ella se retuerza cada vez más.
—¡¡Tre…!!
—¡¡¡Kyuuu!!! —dijo Ari con su voz aguda en señal de alivio por liberarse…
Por desgracia para mí. Aunque no salió de mi pantalón, ahí se encontraba ella.
Parada y orgullosa, con la frente en alto y con lágrimas de felicidad que humedecieron la tela de mi pantalón…
Todo completando una desafortunada y fálica escena en mi entrepierna.
—¿Kyu? —replicó el jefe con una expresión de desagrado.
Mientras tanto, el silencio incómodo fue roto por las voces de mis compañeros: los chicos parecían extrañados por la situación, por otro lado, las chicas… Aparentaban estar más conmovidas y también estar disfrutando la escena.
“¿Yoru y el jefe?”.
“No sabía que él tuviera ese tipo de fijaciones”.
“¿¡Se sintió tan bien!?”.
Entre otras cosas que murmuraban entre ellas.
Después de verme con esa cara de incomodidad, el jefe al fin me suelta.
Dio media vuelta, y con una expresión serena, se marchó con el asistente al siguiente Worker.
—Busca tu linterna y repara tu Worker hasta mañana. De lo contrario no quiero verte por aquí.
—¡Sí, señor!
Trato de lucir tranquilo para que no notasen a Ari.
No sé porqué estuve preocupado. Tal vez exagero un poco.
Una vez que el jefe se retira del hangar, suspiré medio aliviado y medio preocupado. Era lo normal, mi trabajo estuvo en riesgo gracias a la criatura en mi pantalón.
—¿Estás bien? Se te ve preocupado, chico. —Carcajeó.
—Señor Reigo…
Había aparecido de detrás de mí.
Era un hombre no muy envejecido, con no muchas canas, de baja estatura, de alegre semblante, y con una botella de cuero colgando de su cintura.
—¿Quieres?…
Era sake.
—Me niego, señor. Je, je.
A pesar de ser un borracho, es un buen amigo. Su nombre es Reigo Ateller, mecánico de Worker y un veterano entre pilotos y perforadores, era todo lo contrario al jefe.
—¡Tsk! Eres un aburrido, Yoru, deberías llamarte: señor aburrido.
—No quiero envejecer como usted…
—…
—…
Ambos reímos a carcajadas incomodando a los trabajadores cercanos.
—No te preocupes, tu Worker estará como nuevo para mañana. Probaré uno de mis niños en él.
Olvidé mencionar que también es un hábil inventor.
—Puedes usar aquel Worker viejo para buscar tu linterna. Esas son reliquias invaluables, no me sorprende que el jefe te despida si no la tienes contigo mañana.
Asiento cuando él terminó de hablar.
—Se lo agradezco, señor Reigo.
Empieza a carcajear, y luego vuelve a hablarme:
—No lo agradezcas, ya sabes cómo pagarme el favor. —Lo dijo levantando su botella de sake.
—Deje de beber tanto, señor Reigo.
Se empieza a acercar un poco y susurra:
—Por cierto, Yoru, sobre lo de hace un momento… No tienes por qué preocuparte, aquí nadie se hace líos por ese tipo de cosas…
—¿Eh?… ¿De qué habla?…
—Estás en la edad de descubrir nuevas cosas; pero… deberías decírselo a tu amiga primero, si se entera de este modo, se pondrá triste.
Apoya su brazo sobre mis hombros.
—Pero como tu figura paterna, siempre tendrás mi apoyo, Yoru.
Guiña y luego bebe un poco de sake.
—¿¿¡¡E-eeeeehhh!!?? —Me eché para atrás—. Se… se equivoca, señor Reigo… Lo de hace rato no era por eso…
—¿Eh?… ¿De qué se trata entonces?… ¿Eres de esos de los que llaman Maso?
—No puedo explicárselo ahora.
Hice una reverencia y salgo con prisa del hangar.
—Yoru. El Worker está en mi taller, ¡¡ve a buscar la linterna después de descansar un poco!!
Grita mientras me alejaba, entonces le respondo:
—Lo haré, ¡gracias, señor Reigo, pasaré más tarde por aquí!
—¡Je!… La juventud…
Me excusaría por no pasar por su taller más tarde. Era imposible recuperar la linterna con los túneles que derrumbé. Primero tenía que sacarle toda la información a Ari sobre esas cosas que la persiguieron.
—¡Fyuu!… —Ari dio un suspiro profundo mientras se asoma por la cintura de mi pantalón, no la culpo, sudé demasiado por la situación con el jefe—. Lo siento…
—¿Por qué?
La meto con cuidado a mi bolsillo.
—El sujeto gigante, golpear por esconderme.
La golpiza es la menor de mis preocupaciones.
Los rumores de mi fálico accidente ya deben haber corrido por el hormiguero, y llegar a los oídos de cierta personita.
—No te preocupes. Soy muy resistente, soy un tipo duro. Je, je. No te sientas mal.
Ari me mira y esboza una sonrisa en su rostro.
Es raro ver esa expresión en un animal, se siente algo incómodo.
—¡S….sí!
Ir por lugares concurridos era mala idea.
Qué mal, suelo comprar la comida al salir del trabajo. Iré por las calles vacías, ya me las apañaré con la comida más tarde.
Ari asomaba su cabeza por mi bolsillo para ver el lugar.
Era como un túnel colosal que se perdía en la oscuridad de las alturas, las calles y casas estaban trepadas en las paredes de este, cuyas abandonadas avenidas subían hasta perderse en las alturas.
—¿Vives aquí? —pregunta Ari.
—Sí, estamos en lo más profundo de una vieja colonia subterránea…
—¡¡Entonces!! —interrumpió emocionada—, ¿¡conoces la superficie?!
—N-no. No sabemos qué hay allá arriba, ¿tú la conoces?
Mentiría si dijera que el tema no me emocionaba.
—No, no sé qué es. Solo saber que está arriba.
—…
—…
Nos quedamos en silencio mientras subíamos por aquellas calles.
Ari atendía una especie de faroles que colgaban en las paredes y en medio del túnel que eran sostenidos por cables.
Su luz era peculiar, no iluminaban en una dirección, sino que estas producían una luz tan uniforme entre ellas que, estando una frente a otra, no hacían una luz más intensa, es como si un gran faro iluminara todo desde arriba.
Cabe señalar que estas funcionan con reactoritas.
Estaba preparado para explicárselo a Ari una vez que preguntara; pero ella estuvo en silencio observando los faroles.
Entré a un pequeño callejón donde la luz que llegaba era muy débil, y me detuve en una puerta oxidada.
—Normalmente no uso esta entrada…
Saco la llave que estaba en mi pantalón, y la puse en la cerradura.
La puerta llevaba tanto tiempo sin usarse, tanto, que la llave apenas se movía.
—¿Vives aquí? Es casa muy vieja —comenta Ari repentinamente.
—Sí, no digas nada hasta que te lo diga.
Le respondo con susurros.
No era normal que yo hablase solo al llegar a casa, ya que vivo con una amable mujer que me cuidó desde que era niño, con una niña que quiere tanto como a su hija que también es mi mejor amiga.
Una vez que entramos, cierro la puerta con mucho cuidado y me dirijo silenciosamente a mi habitación.
Respiro despacio, y piso suavemente las viejas; pero bien lustradas escaleras de esa entrada de la casa.
La señorita Ryouko, así se llama esa amable mujer, era muy diligente con la limpieza.
Una vez dentro, para subir a mi habitación, tuve que pasar por la trastienda de la señorita Ryouko.
Tengo que ser muy silencioso, así que me lleno de valor y paso muy silenciosamente.
—Yoruuu… ¿Por qué tan misterioso?
—¡S… señorita Ryouko! ¡Buen inicio!…
—Es raro que uses esa vieja entrada y que susurres, además de que estuviste toda la jornada fuera… y para colmo entras como si no quisieras verme.
Hizo un pequeño puchero con su rostro.
—Nosotras que te queremos tanto y que hemos velado por ti en cada momento. —Suelta unas lágrimas desde sus ojos hasta las mejillas.
Quedé con una extraña expresión en mi rostro.
No obstante sé cómo salir de esta situación.
Me pongo en una pose elegante y exclamo:
—¡Jamás podré negar el amor que me brindaron las dos magníficas damas que me apoyaron en los más oscuros y desoladores días de mi vida!…
Creo que fui demasiado dramático. Pero, al levantar la cabeza, ella me contempla muy feliz.
Su mirada brillaba como la de una niña a la que le dan lo que pide. Automáticamente esboza una sonrisa.
—Aaaaah, ¡muy elegante Yoru!
Se acercó a mí.
—Ahora cuéntame por qué actúas tan raro hoy, y por qué no llegaste ayer…
—Bueno… Pasaron muchas cosas… Te lo contaré todo después de descansar un rato…
—Vaya… ¿No tendrá que ver con el pequeño accidente con tu jefe?… No te preocupes, te aceptaré tal como eres Yooruuu.
—E… eso fue…
—¿Eso fue?
Me mira con su sonrisa.
—Un desafortunado accidente…
Ella me contempla, aún seguía sonriendo. Para ser una adulta emanaba una inocencia infantil.
—Escondes algo más Yoru, no me lo dirás, ¿verdad?
—No puedo explicarlo ahora, pero estoy seguro que te lo diré… —respondo con una sonrisa y subo las gradas hacia mi habitación.
Antes de abrir la puerta, vuelvo a bajar y respondo:
—Señorita Ryouko…
Ella voltea suavemente.
—¿Podrías venir más tarde? Tengo algo que contarte…
Sus ojos volvieron a brillar, y con una gran sonrisa de alivio, responde:
—¡Sí!
Subo alegre de nuevo, y entro a mi habitación.
Puse el seguro de la puerta.
—Ya puedes salir.
—Kyuuuu…
Ari salta de mi bolsillo y cae en mi cama.
Se quedó un rato en silencio, observa con cuidado el lugar.
No parece extrañada.
Eso solo me dieron más ganas de interrogarla.
Acabada de llegar aquí lo único que preguntó fue mi nombre.
Familia, casa, e incluso los Workers no le parecían extraños, peor aún… Ella intentaba hablar mi idioma.
Ella veía mi habitación, no con curiosidad, mas parecía una triste nostalgia, no era algo que fuera realmente de un animal.
¿Realmente era una amenaza? No parecía mostrar hostilidad, tal vez podría confiar en ella.
Tal vez estaba acostumbrada a esto…
Cierto, esta podría ser su manera de cazar…
Tomo una navaja que estaba sobre mi escritorio, y la oculto detrás de mí sin que se diese cuenta, finjo asegurar la puerta.
—No vendrá nadie en un rato… Ahora podremos hablar…
Si no me daba respuestas claras acerca de quién era o lo que la perseguía, no dudaría en matarla…
—¿De qué escapabas exactamente? ¿Por qué hablas mi idioma?… —Procedo con las preguntas de forma agresiva, trato de lucir dominante.
—Yoru…
No obstante no parece asustada, más bien, triste; pero conserva esa sonrisa que me incomoda.
Mi miedo domina sobre mi razón… Estoy actuando como un tarado.
—Tranquila…, tengo tanto miedo como tú.
Ella me mira fijamente, y su sonrisa parecía más alegre.
Intenta acercarse a mí.
—S… solo contesta…
Ella suspira profundamente, supongo que se prepara para hablar.
—Esas cosas, llamarse…
—¡¡¡Yooooruuuuuuuu!!!
El repentino grito de una chica interrumpe a Ari mientras se escuchan pasos acelerados acercarse a mi puerta.
—¡¡¡Yoruuuuu!!! ¡¡¡Me debes muchas explicacioneeees!!! ¡El señor Reigo me lo contó todo!
Casi de manera instintiva me lanzo hacia Ari para esconderla.
—¡No te debo nada!
Busco desesperadamente dónde esconder a Ari mientras la sostengo en mi mano.
—Yoru… ¿Eso es de lo que querías hablarme? No pensé que tenías esas manías.
La señorita Ryouko estaba con esa chica.
—Cierto, cierto, ¡¿por qué nos ocultaste algo tan interesante sobre ti?! ¡Cuéntale todo a tu confidente y amiga! —Comenzó a reír.
Desesperado intento meter a Ari en mi bolsillo; pero ella está tan asustada que lucha por no entrar.
—¡¡¡Kyuuuuuuu!!!
—¿¡Una voz de chica!? —replicaron al mismo tiempo.
—Señorita Ryouko, apártese un poco. ¡Yoru necesita compañía y la guía de dos hermosas damas!
—Oh… Sí.
Ella se aparta con una sonrisa brillante.
—Por favor, Ari…
—¡¡¡Kyuuu!!!
¡¡¡Dooooooooommm!!! Fue el sonido con el que la puerta fue derribada.
Esa chica había entrado volando, por su pose podría decir que derribó la puerta con una patada voladora.
—¡¡¡Aaaaaahhh!!! —exclamaron al unísono.
—¡¡¡Kyuuuuuuuu!!!
Esa chica termina estrellándose contra mí, ambos caímos sobre la cama.
Con el impulso, Ari voló, estrellándose en la ventana.
No pienso en nada, la situación es demasiado para mí.
—Habla Yoru… Cuéntale tus fetiches a tu querida onesa…
Ella dejó de hablar de repente, su respiración apenas la sentía.
—Yoru… ¿Qué es eso?
Levanto la cabeza, y las vi con caras pálidas, casi horrorizadas.
Miraban a Ari.
Giro mi cabeza hacia la ventana donde ella está.
—Kyu…
Dijo Ari notoriamente confundida.
—¿Kyu? —preguntamos al unísono.
Nos miramos fijamente, como si el tiempo se hubiera congelado.
Ese momento quedó grabado en nuestra memoria desde ahora en adelante.
Ahora éramos tres los que sabían de la existencia de Ari.
No lo sabía en ese momento; pero pasamos a ser cuatro los integrantes de esa familia.
En ese lugar…
Próximo capítulo: Ataque